"Pronto seremos libres..."
Esas fueron las últimas palabras que resonaron en mi mente antes de caer en un profundo sueño, un sueño que se desvaneció como la bruma matutina. Abrí los ojos con pesadez, sintiendo un leve cosquilleo en mi rostro. No era una sensación agradable, pero comparado con el tormento que acababa de vivir, se asemejaba a una suave caricia.
Con la vista aún nublada, distinguí pequeñas gotas de agua deslizándose por mi mejilla. Levanté la mano, buscando el origen de esa lluvia inesperada, y me encontré con un rostro familiar, enmarcado por un cabello corto y oscuro. Sus ojos, llenos de lágrimas, me miraron con una intensidad que me conmovió hasta lo más profundo.
"Sachi..."
Murmuré su nombre, el único que importaba en ese cruel mundo virtual. Ella era mi faro en la oscuridad, mi razón para luchar, mi ancla en la tempestad. Al abrir mis ojos por completo, la vi aferrada a mí, como si temiera que me esfumase entre sus dedos. La abracé con fuerza, agradeciendo el milagro de nuestra supervivencia.
Mientras nos fundíamos en un abrazo que expresaba miles de palabras sin necesidad de pronunciarlas, mi mente se esforzaba por recordar lo sucedido. Todo estaba en blanco. Ya no compartía el mismo cuerpo con aquella entidad que había intentado arrebatarme mi existencia. Había desaparecido, dejando tras de sí un vacío que dolía, pero que también liberaba.
"Sachi... Kirito... yo... no sé qué haría sin ti. Si te hubieras ido, yo..."
Las palabras se ahogaron en su garganta, dando paso a un torrente de lágrimas que brotaba de sus ojos. La abracé con más fuerza, transmitiéndole la seguridad que ambos necesitábamos en ese momento.
"Pero estoy aquí, Sachi. Estoy contigo y no me iré. Saldremos de este mundo juntos, tal como te lo prometí".
Un repentino temblor sacudió la tierra, seguido de un sonido escalofriante. El abrazo que nos unía se rompió abruptamente ante el terror que se apoderó de nuestros corazones.
"¡SACHI!"
Grité su nombre mientras la atraía hacia mí, protegiéndola con mis brazos y cerrando los ojos con fuerza, rogando que no se repitiera la pesadilla.
...
Un bullicio ensordecedor nos envolvió. Gritos, discusiones y rezos resonaban en el aire. Abrí los ojos y me encontré en el mismo lugar que nos había aprisionado la primera vez que este juego maldito nos arrebató nuestra libertad: el anfiteatro del primer piso.
Un campo de energía nos rodeaba, impidiendo cualquier escapatoria. Un río de sangre fluía por los canales, en esta ocasión no era una simple táctica voluminosa de miedo, mas la intención de demostrar que ahora estaba transportando la esencia de aquellos que habían sucumbido a lo largo de nuestro ciclo en este mundo. En el centro del anfiteatro, rodeado por los supervivientes de este macabro juego, se erguía una figura imponente.
El silencio sepulcral se vio interrumpido por la voz arrogante del comandante de la hermandad de sangre, que dirigía su furia hacia el humanoide gigante que se encontraba frente a él.
"¡¿QUIÉN ERES TÚ?! ¡¿CÓMO TE ATREVES A TOMAR EL CONTROL?! ¡ESTO ES IMPOSIBLE!"
El moderador, imperturbable ante los gritos del comandante, anunció con voz fría:
"En los próximos instantes, se abrirá la incursión al jefe del piso 100. Aquellos que tengan el valor suficiente para enfrentarlo serán transportados".
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. El dolor y la angustia que había soportado durante semanas se intensificaron, pero esta vez se mezclaban con otros sentimientos: rabia, impotencia y un ansia irrefrenable de venganza.
Miré a Sachi, y en sus ojos vi reflejado un mismo fuego ardiente, una determinación inquebrantable. Finalmente lo comprendí. Era hora de cumplir con nuestra promesa, de rebelarnos contra este sistema opresor.
Nadie gritaba. Nadie lloraba. El cansancio mental y físico que llegó a nosotros, finalmente despertó las represalias para este maldito sistema.
En un destello de luz, nos encontramos en una nueva sala, un salón de ceremonias digno de un emperador. Los hombres y mujeres que nos rodeaban, según el sistema, eran los más fuertes, los que habían logrado superar sus miedos para escapar de este lugar de una vez por todas.
Mientras buscaba rostros conocidos entre la multitud, percibí una atmósfera tensa, cargada de hostilidad. Mis ojos se dirigieron hacia la fuente de esta energía negativa.
La figura encapuchada, ahora de tamaño normal, se encontraba en el balcón del segundo piso, observando a los presentes con una mirada penetrante. Su voz resonó en el salón, capturando la atención de todos.
"Se estarán preguntando: ¿Por qué nosotros?"
Sus palabras fueron simples, pero cargadas de significado. Todos habían sido seleccionados por su valor y su fuerza, por haber luchado incansablemente para proteger a la humanidad atrapada en este mundo virtual.
Continuó su discurso mientras descendía las escaleras, recorriendo la sala con su mirada inquisitiva.
"Para compensar sus esfuerzos, les explicaré cuál será su tarea para poner fin a la tortura que SAO ha infligido".
Un murmullo recorrió la multitud. La esperanza y la incertidumbre se mezclaban en el aire. Finalmente, después de tanto sufrimiento, podrían liberarse de este juego maldito.
Cuando llegó al final de la sala, su mirada se fijó en un hombre con túnica blanca y el emblema de un clan reconocido en Aincrad. Se acercó a él con paso decidido.
"¡DETENTE! ¡NO TE ACERQUES!"
El hombre suplicaba por su vida, pero el miedo paralizó a los demás. Nadie se atrevía a desafiar a la misteriosa figura.
Con un movimiento rápido, la figura tomó al hombre por la coleta y lo arrastró por las escaleras, dejando un rastro de terror a su paso. Los gritos del comandante resonaron en el silencio, pero nadie se atrevió a intervenir.
"¡SUELTAME, AHG! ¡ALGUIEN AYÚDEME!"
Al llegar al balcón, la figura levantó la cabeza del hombre en alto, mostrando su rostro aterrorizado a la multitud.
"Este hombre, el comandante de los caballeros de la hermandad de sangre, es el designado como jefe del piso 100".
---------- Continuará -------
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¿Sachi X Kirito? - Sword Art Online
Romance¿Una sola decisión distinta podría cambiar por completo una gran historia? ¿Qué harías si tuvieras la oportunidad de volver al pasado y cambiarlo? Que tal si... ella no hubiese muerto.