Capítulo 16: Sigo varado esperando a que ella diga algo.

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Phoebe.

Tomo un profundo respiro y aprieto mi agarre sobre la mochila. Debo poder hacer esto.

Maddie no ha venido a la escuela desde hace dos días, y sigo sin atreverme a enviarle un mensaje a ninguno de los dos.

Siento que no me merezco sus disculpas.

Durante estos días, Holden y yo apenas si hemos cruzado palabra. En los descansos uno de los dos va al baño y cuando él regresa, me pongo los auriculares para que no sienta que está forzado a hablarme de nuevo.

No quiero obligarlo, no quiero que lo haga por lástima o compromiso.

Me siento en mi lugar y mantengo la esperanza de que hoy sí se siente a mi lado, porque ha estado ocupando la silla de Maddie.

Saco mis cosas y abro el dibujo que estoy haciendo. 

No es la gran cosa, pero me está gustando el resultado. Es con colores, lo que lo hace más sencillo. Tampoco tiene una forma en particular, solo... Estoy intentando llegar al tono exacto de verde de los ojos de Holden.

 Que patética...

Cierro los ojos y respiro hondo. Yo puedo contra mi misma... conmigo misma.

—¿Meditando, Blanchard?—dice la voz de Billy, sobresaltándome, mientras pone su brazo sobre mis hombros y está en la silla de Holden.

—¿Qué haces?—respondo haciéndome a un lado porque no quiero que me abrace, pero no se aparta.

—Has estado muy solita estos días. ¿Por qué? ¿La zorrita de tu amiga Maddie se terminó quedando con el manchado para ella sola?

—Cállate, Billy.—siseo enojada.

Nunca quise problemas con ninguno de ellos. He estado intentando ser amable con todo el mundo porque la verdad soy una persona muy paciente.

Sin embargo, aunque muy alto, también tengo mi límite.

Y me gusta creer que he aprendido mi lección.

Porque me dolió lo que dijo Maddie, que no esperaba que yo la defendiera de nadie. No quiero ser esa clase de amiga.

Pues ahora ni somos amigas.

—¿O qué? —ríe—, ¿Le dirá a su novio el profesor que nos repruebe a todos?

—Si no bajas tu asqueroso brazo de mis hombros, no estarás en el juego del viernes. Y si vuelves a siquiera mencionar el nombre de Maddie, te juro Billy, te juro, que tu calificación será lo que menos te preocupe.

De acuerdo, hice lo posible por parecer intimidante.

Solo espero no haber lucido como un chihuahua rabioso.

Billy suelta una risa seca, aunque me suelta un poco.

—No me digas. Te doblo el tamaño, perra. Un golpe tuyo ni siquiera lo notaría.

Esta vez soy yo la que ríe.

—¿Te crees que bromeó o que un puñetazo es lo peor que puedo hacerte? Ay Billy, segundo año que cruzas este grado y sigues siendo un estúpido.

Supongo que estar en esta crisis en la que soy grosera con todo el mundo, puede servir de algo además de sacarme lágrimas.

Escuche a Liv mencionar en las duchas, tras el entrenamiento del martes, que Billy estaba preocupado de que Maddie lograra presentar pruebas de que ellos iniciaron porque tendría que repetir año.

Por tercera vez.

—Al menos no me acuesto con un tipo por pena.—mustia totalmente enfurecido, apretando el agarre que tiene sobre mi hombro.

¿Y nuestro final feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora