Capítulo 2: Pero a tu lado...

3K 172 50
                                    

Phoebe.

Llevo una semana en esta escuela y juro que me voy a volver loca.

No he hablado con nadie que no sea del grupo de Connor, aun así saludo a Maddie y le sonrío al chico que la acompaña, ella me devuelve el saludo siempre y él solo asiente y me frunce el ceño. Es el mismo que lo hizo en mi primer día de clases.

Pero a pesar de su amabilidad, no me gustan sus conversaciones. No las juzgo ni nada por el estilo, pero hablan demasiado —irónico que me queje viniendo de mí— sin hablar nada en particular. Es decir, desde que me junto con ellos, lo único que sé es qué Isa es porrista y los dos chicos están en el equipo de hockey con Connor como capitán.

No hablo mucho en el grupo, por lo regular me limito a reír cuando se supone debo hacerlo o responder algo cuando recuerdan mi presencia.

De nuevo soy la amiga que sobra.

Aunque eso no es lo peor.

Si hay algo que en verdad me molesta, es que las personas sean irrespetuosas con los maestros, buscando verse graciosas o geniales.

No lo son, en verdad que no.

Y estos chicos no parecen callarse justo ahora que el profesor de química está explicando un tema que, al menos a mí, se me dificulta bastante. Como todas las ciencias, en realidad.

Ni siquiera es gracioso lo que dicen, pero ríen como si tuviéramos un comediante en el curso.

No lo tenemos.

Justo ahora se carcajean de una anécdota en la que Billy cuenta como se quedó sin papel esta mañana en su casa.

Estoy por estallar y pedirles que guarden silencio cuando una voz a mi derecha se encarga de hacerlo por mí.

—¡Dios! ¡¿Pueden cerrar sus bocas cinco minutos hasta que se acabe la clase?! En verdad Billy, a nadie le interesa saber con qué te limpiaste el maldito culo.—explota Maddie y el chico que siempre está con ella ríe roncamente.

Me parece apuesto. Tiene el cabello negro cubierto en mayor parte por un gorro color mostaza, sus ojos son verdes aunque no brillantes y tiene su piel en diferentes tonalidades. Algunas partes son muy blancas y otras oscuras; como manchas. Creo haber escuchado alguna vez sobre eso y se llamaba vitiligo.

—Que zorra Madison, no tienes que estar molesta solo porque ya no te aceptamos en nuestro grupo.

Siento tanta pena ajena por el comentario de Liv que me hundo todo lo que puedo en mi asiento.

—Sí, porque eso es lo que más me quita el sueño por las noches. Faltan, literalmente, cinco minutos para que suene el timbre, déjenos escuchar la estúpida clase.

El profesor —quien hasta este momento parecía invisible— abre la boca luciendo indignado.

—¿Estúpida ha dicho, señorita Wright?

Liv se ríe con Isa siguiéndola. Me desespero y volteo para intentar callarlas.

—Por Dios, ya basta. En verdad pienso que ella tiene un poco de razón.—digo intentando sonar amable.

—¡Señorita Blanchard! ¿Es que acaso no ve que tengo una situación con la irrespetuosa de su compañera aquí?—grita el profesor, sobresaltándome.

—¿Ella es irrespetuosa por pedir que la dejen escuchar su clase, pero ellos no por no parar de hablar?—interfiere el chico con un leve tono sureño, luciendo incrédulo.

 —Si escuchó a una alumna llamarme zorra y aun así la que recibe el regaño soy yo, entonces sí, me parece una clase muy deficiente.

Las fosas nasales del profesor se inflan con ganas, Billy atrás de mí se ríe y de nuevo intento ser yo quien los calme.

¿Y nuestro final feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora