Capítulo 28: ¿Tuviste suficiente amor?

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Phoebe.

Posiblemente ya no tenga ni cutícula de lo mucho que me he mordido las uñas. 

Odio las salas de espera. Es un compartir dolor y sufrimiento con un montón de extraños, todos igual de nerviosos que tú. Todos deseando que uno de los doctores solo salga por esas puertas a decirte que lo ha logrado.

Que la persona que amas no ha muerto.

No me he movido de aquí ni un segundo. Ni siquiera a lavarme o cambiarme, por lo que incluso siento un desagradable sabor y olor a metal, pues estoy cubierta de sangre.

Me pierdo con la vista enfrente, pensando en que lo último que me dijo fue que me ama y yo no alcance a responderle.

Él no escuchó que yo también lo amo.

Le estaba haciendo un gran cuadro, esta vez con pinturas y se lo iba a dar el día de la graduación para luego decirle lo que siento acompañado de una nota al reverso como las que compartímos en clases.

Quizá no debí esperar tanto.

Maddie quita mi mano que mantenía en mi boca para tomarla entre las suyas.

Holden tiene razón, no sé como se enteró, pero está aquí y lo agradezco porque su familia no para de llorar y yo no me siento en condiciones de calmar a nadie.

—Debes tranquilizarte un poco.

—¿Tú podrías hacerlo si al que están operando fuera Zack?—digo sin mirarla.

—No. Tienes razón. Solo no sé qué hacer.

Asiento sintiendo como mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

Me atrae a un abrazo y me susurra que me quiere. Se lo devuelvo.

No sé cuanto tiempo pasa, pero incluso Peter llega para esperarme. 

Todo el equipo está aquí a excepción de Billy y Connor. Billy se escapó antes de que llegara la ambulancia y nadie sabe a donde fue. 

También vinieron sus abuelos, Jay, Ava, Tayler, Sophie, y Malcom.

—Papá —susurro cuando ya no puedo más con el silencio y mi voz se quiebra al hacerlo—. ¿Qué voy a hacer si Holden se muere?

Suelta un profundo respiro atrayendo mi cabeza a su pecho. 

—Eso no va a pasar, hija. Verás que no.

No le creo. Se siente como si todo se estuviera yendo a la mierda.

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Tras al menos cinco horas de cirugía, un doctor sale con una carpeta en las manos. Todas las personas de aquí optamos una pose a la defensiva, deseando que se trate de nuestro ser amado.

—¿Familiares de Holden William Gates?—pregunta.

En menos de un segundo todos estamos de pie enfrente de él, ansiosos.

Maddie toma mi mano y entrelaza nuestros dedos, dando un apretón.

—¿Mi hijo está bien? No le pasó nada, ¿verdad?—dice Ava con urgencia.

El doctor suspira y consulta algo en su carpeta.

—El joven Gates sufrió una he...

—¿Está vivo o no?—lo apresura el abuelo de Holden.

—Está vivo.—responde con una pequeña sonrisa.

Todos soltamos un suspiro colectivo. De repente me siento sumamente débil y cansada, como si la adrenalina ya hubiera pasado.

¿Y nuestro final feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora