Holden.
Bueno... Espero fielmente que Phoebe sea de las personas que creen que la intención es lo que cuenta.
Arranco la hoja del cuaderno que estoy utilizando al ver que mi dibujo parece más una ofensa hacia ella en lugar de un obsequio.
—Cómo sigas desechando hojas, te las acabarás.—comenta divertida sin levantar la vista de lo que lleva iluminando desde hace unos minutos.
La verdad, prefiero un millón de veces verla a ella dibujar a tener que hacerlo yo.
—Mientras Sophie no me mire, no hay problema.
Me esfuerzo en pensar algo más en que decir o una broma para hacer porque desde ese momento en la cocina, las cosas se sienten un tanto incómodas.
Me rindo al no encontrar nada.
Quizá lo más sencillo sería solo decir: "Hey, que loco, casi te bese... ¿Y si le quitamos el casi?".
No, eso lo haría peor. Mejor solo sigo coloreando.
Ella no me quiere mostrar lo que sea que esté pintando, incluso construyó una clase de muro con las almohadas y los cojines de la sala. Me hice el digno y ahora yo tampoco la dejo ver lo mío.
Aunque yo no tengo nada.
Mi penúltimo intento fue ella justo como está en este momento; desmaquillada, en pijama, acomodada en el piso en una posición sumamente rara y en mi opinión incómoda, con una arrugita de concentración formándose en su frente y las mejillas levemente sonrojadas.
Lo único que me quedó un poco similar, fue el color de su cabello... Hasta que quebré el crayón rojo por la mitad.
Suspiro y tomo una de las hojas que deseche antes, para hacer lo único que se me viene a la cabeza.
Me pregunto si ella sentirá la misma tensión que yo. No nos besamos, pero es como si una barrera se hubiera derribado y tal parece que no estábamos listos para ello.
Recordando la mayoría de nuestras conversaciones, me doy cuenta de que empiezan de forma simple y de alguna manera continúan bien. Solo debemos olvidar lo de la cocina y listo.
Aunque no estoy seguro de si yo quisiera olvidarlo o continuarlo, la verdad.
Pero de momento me gustaría simplemente volver a hablar, me gusta hacerlo con ella y que lo haga conmigo.
—¿Cómo aprendiste a pintar?—se me ocurre preguntar y para parecer más natural, desdoblo la hoja.
—Mi abuelo es un amante del arte, desde que yo era una niña me llevaba a galerías y me decía que un día, iríamos juntos a ver mis propias obras —cuenta con una sonrisa algo triste—. Cuando entré al jardín de niños, hice mi primer dibujo, era una cosa realmente espantosa, pero mi abuelo lo amó tanto que lo enmarcó y puso sobre su escritorio. Solo esperó a que supiera nombrar los colores para inscribirme a clases, así que digamos que llevo más de once años de práctica.
Contengo un suspiro de alivio. Phoebe ya está dejando la tensión a un lado, puedo hacer lo mismo.
Cada que menciona a sus abuelos es la misma situación, historias realmente conmovedoras que veo que le duele recordar.
No logro entender como es que alguien pudo ser así de cercano a ella, y ahora ni siquiera mirarla, por lo que me ha dicho.
—Cuando hablas sobre tus abuelos, ¿son los padres de Peter o de April?—cuestiono tomando las tijeras.
—Los de Peter —aclara enseguida—. Ellos sí me amaron un día, pero a los padres de April ni siquiera los conozco... ¿Quieres escuchar la historia de mi concepción?
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¿Y nuestro final feliz?
Novela JuvenilPhoebe es nueva en la ciudad y todos sabemos lo que eso significa, conocer personas nuevas, nueva escuela, amistades, amores, experiencias... Nueva vida básicamente. Holden es uno de los jugadores del equipo de hockey de su preparatoria. Tras vivir...