Phoebe.
Amo las mudanzas.
Tal vez no debería asegurarlo de esa manera si esta es la primera vez que tengo una en toda mi vida, pero estoy disfrutando el proceso.
Debe ser porque no me mudo tan lejos, solo a cuatro horas de Houlton, el lugar donde crecí y había vivido toda mi vida.
Aunque vaya que disfrute el empacar mis cosas. Creo que ahí me di cuenta de que tenía más de lo que pensaba, lo mismo le pasó a April. Además, tener esta nueva habitación —aunque es pequeña— se siente como tener un lienzo en blanco; no hay nada establecido porque yo decidiré el orden, puedo empezar de cero.
Igual que con mi vida.
Ahora, si lo digo de esa manera, pareciera que tengo un oscuro secreto que ocultar, incluso parece que soy alguien misteriosa que huye de algo.
No es así.
Pero opino firmemente que todos necesitamos empezar de cero de vez en cuando. Mi vida en Houlton no era del todo mala. No obstante, tampoco me sentía del todo feliz y es en parte porque no soy la mejor conservando amistades.
No soy un completo desastre, tenía algunas "amigas" aunque nada honesto. Y no porque ellas fueran malas personas, de hecho son increíbles, pero siempre fui la amiga extra.
La no necesaria, la que muchas veces no invitaban, que olvidaban su presencia o no les importaba lo que pasara conmigo o en mi vida.
No puedo culparlas, yo me encargué de apartarme a mi misma rechazando invitaciones hasta que simplemente terminaron por asumir que no quería ir a algún lado o hacer algo.
En realidad creo que solo estábamos juntas por el equipo de porristas. Sería bueno decir que era la capitana o algo por el estilo, pero en realidad era una integrante más al igual que ellas.
Así que mi nuevo propósito es aprender a mantener a las personas, claro, cuando yo también quiera quedarme. No pido un grupo grande de amistades, me conformo incluso con una sola.
—¡Phoebe!—grita April desde la cocina.
April es mi mamá, pero casi nunca le digo así. No le molesta, de hecho considero que le gusta de ese modo.
Hago la caja que estaba desempacando a un lado y me pongo de pie para dirigirme a donde está ella. La nueva casa no es muy grande, tiene únicamente un piso que incluye tres habitaciones, una de ellas con baño propio, la cocina, una salita, baño de invitados y un pequeño jardín.
Me gusta, la mayoría de las cosas son de madera y es como una cabaña.
Me encuentro a April rodeada de cajas en la cocina, su cabello pelirrojo igual al mío está hecho un completo desastre y se ve bastante estresada en estos momentos.
—¿Qué es esto?—pregunta con los brazos en jarra señalando con su cabeza hacia la barra.
—Si no me equivoco se le llama cocina.—respondo sonriente para aligerar el ambiente porque sé que me va a regañar.
No lo hace muy a menudo, en ocasiones siento que es un tanto liberal conmigo porque aún es bastante joven. Se embarazó cuando tenía mi edad, es decir, dieciocho años, así que no es muy dura.
—Sabes de lo que estoy hablando, esto no es un juego que puedas estarte saltando de esa manera.
—Créeme, lo sé.—murmuro acercándome a la barra.
Ahí se encuentra un vaso de agua y mi mejor amiga: mi caja de pastillas.
El problema es que odio tomar píldoras, siento que son gigantes y se me atorarán en la garganta.
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¿Y nuestro final feliz?
Ficção AdolescentePhoebe es nueva en la ciudad y todos sabemos lo que eso significa, conocer personas nuevas, nueva escuela, amistades, amores, experiencias... Nueva vida básicamente. Holden es uno de los jugadores del equipo de hockey de su preparatoria. Tras vivir...