Nota importante: si eres una persona que no cree en la vida después de la muerte, el paraíso, almas gemelas y segundas vidas... Es muy probable que este capítulo no vaya a ser de tu gusto.
También, si eres una persona que últimamente ha tenido ideas o pensamientos suicidas, te pido que busques ayuda en quien más confianza le tengas, sé lo difícil que puede ponerse la vida en ocasiones, yo misma he tenido esos pensamientos, pero sí hay otra respuesta. Y por favor, sáltate este capítulo.
Pueden saltarlo sin perder el hilo de la historia.
Narrador omnisciente:
Holden pensó que debería sentirse perdido, pero solo sentía, en su mayor parte, paz. No obstante, también había algo que le decía que él no pertenecía ahí. No todavía.
Intentó hacer memoria de lo último que había vivido. Él no iba a disparar el gatillo, Madison lo tenía perdido en sus palabras, pero el grito de su madre lo sobresaltó y, como la pistola no tenía seguro, se disparó.
Después de eso lo llevaron a un hospital... O al menos eso escucho que harían, porque perdió el conocimiento.
¿O la vida?
Recorrió el lugar con la vista y empezó a caminar hacia donde mejor le pareció. Era un lugar sencillamente precioso. Incluso una persona que no fuera amante de la naturaleza se daría cuenta.
El piso por el que caminaba estaba cubierto de pasto verde, pero en un tono irreal e hipnotizante. El sol se ocultaba en el horizonte, brindando al cielo una cantidad de tonos naranjas, rojos, y amarillos hermosos.
El sitio era simplemente perfecto.
Bajó la vista hacia el suelo y se sorprendió enormemente al ver a su conejo, aquel que creyó que Malcom había matado cuando eran niños, pero que ahora sabía que fue Tayler.
Sonrió y estiro los brazos para tomarlo entre sus brazos, pero el conejo comenzó a correr y Holden lo siguió por instinto.
Supuso que el correr debería haber hecho que se agitara o algo, pero en su pecho ya nada se movía, no había corazón que acelerar.
Corrió hasta que su conejo desapareció.
Entonces la vio a ella.
Tenía su pelirrojo cabello suelto y libre. Usaba un vestido primaveral lindo y corto en color blanco e iba descalza. Holden recordó que nunca la había visto usar un vestido de esa clase. Estaba sentada en un tarburete, con sus piernas intactas colgando de él, y pintando sonrientemente algo en un cuadro.
—¿Solo vas a seguir viéndome en silencio, granjerito?—pregunto ella en tono burlón al tiempo que bajaba el pincel y volteaba a verlo.
Una sonrisa idiota se colocó en el rostro de Holden y de inmediato corrió para abrazarla. Phoebe se puso de pie justo a tiempo para recibirlo con los brazos abiertos.
Sin embargo, la sensación de que él debería estar otro lado lo seguía invadiendo.
—Te extraño como no tienes una idea, Abú.—susurró sobre su cabello.
—Yo también te extraño muchísimo, Holden.
El tiempo se detuvo por todo el tiempo que permanecieron abrazados, no querían soltarse nunca, pero tenían que hacerlo.
Phoebe entrelazó sus dedos con los de Holden, notando que los de él todavía tenían algo de calidez, aunque muy poca.
Caminaron hasta recostarse boca arriba, bajo la sombra de un árbol gigante. Ambos tenían la cabeza volteada para poder verse a los ojos.
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¿Y nuestro final feliz?
Ficção AdolescentePhoebe es nueva en la ciudad y todos sabemos lo que eso significa, conocer personas nuevas, nueva escuela, amistades, amores, experiencias... Nueva vida básicamente. Holden es uno de los jugadores del equipo de hockey de su preparatoria. Tras vivir...