Sweetheart - Eddie Munson +18

¿Maya?

No sabía cuantos días habían pasado, ni cómo iba a salir de la cama. Steve y Robin no me habían dejado sola en ningún momento, se turnaban para quedarse conmigo y asegurarse de que estaba bien, o de que simplemente seguía respirando.

Ver a Eddie morir en mis brazos se repetía cada vez que cerraba los ojos y solo deseaba desaparecer.

- Maya, hoy es viernes, tienes que levantarte, son las siete de la tarde, hemos quedado con los chicos en casa de Mike y Nancy, solo vístete y ven con nosotros, los demás te echan de menos.

No contesté y Steve solo suspiró y salió por la puerta. Esos días había intentado hablarme sobre el beso que nos dimos, al igual que intentaba calmarme cuando lloraba por lo de Eddie, pero no era capaz de asimilar nada.

Mi cabeza de repente hizo un clic.

Era viernes.

Se suponía que tenía una cita con Eddie hoy.

Como pude me levanté de la cama y cogí el walkie que habíamos usado para comunicarnos, solo quedaba ese en nuestro mundo, los demás se habían quedado en el mundo del revés.

- ¿Eddie? Soy Maya, no se si me escuchas, pero hoy es viernes, me debes una maldita cita Munson, y me has dejado plantada. -sonreí un poco de manera nostálgica entre sollozos.

No hubo respuesta.

- No sé porque estoy haciendo esto, si total sé que no me vas a contestar, solo necesitaba despedirme, y decirte que.. -un ruido proveniente del walkie me interrumpió.

- ¿Maya? -lo único que entendí, el walkie empezó a hacer mucho ruido y se apagó.

- ¡NO! Maldito trasto inútil.

Era Eddie, estaba segura, ¿o podía haber sido alguno de los chicos?

No me paré a pensar, me vestí con lo primero que encontré por mi habitación y salí corriendo hacia la casa de Mike.

Al llegar al sótano donde estaban todos, se quedaron completamente quietos al verme agitada y con lágrimas aun corriendo por mis mejillas.

- ¿Alguno de vosotros ha hablado por el walkie? -pregunté sin ni siquiera saludarlos.

- Maya.. los walkies los perdimos todos en la batalla. -habló Max.

Se intentaron acercar a mi, pero yo ya estaba subiendo las escaleras otra vez.

Todos corrieron detrás de mi, pero para cuando salieron de la casa yo ya había girado la esquina y no me veían.

Iba directa al portal.

Tenía que asegurarme de que él estaba vivo, o muerto, pero necesitaba verlo una vez más.