Seguía lloviendo y como Eddie no podía moverse y yo no tenía pensado dejarlo solo, los chicos vinieron a pasar la tarde, Steve trajo algunas de sus películas y los demás trajeron comida.
Estaba en la cocina con Mike y Lucas, colocando todo en algunos cuencos para llevarlo a la mesa donde estaban los demás cuando alguien llamó mi atención.
- Maya, ¿puedo hablar contigo? -era Max.
- Claro, ven. -entramos las dos a la habitación de Eddie, cerrando la puerta detrás de mí.
- Es que ayer por la noche, tuve una pesadilla, volví a escuchar el reloj y me asusté, quiero suponer que es por lo que pasamos, como Will que lo sentía cerca o cosas así.. -empezó a hablar Max, pero al ver mi cara se calló de golpe.
- Ayer me quedé dormida con Eddie y soñé con mi padre, pero no era él, decía cosas horribles y de repente también escuché el reloj. -le conté.
- No quiero decirles nada a los chicos, están bien ahora y no quiero preocuparlos, no creo que sea nada grave, puede que solo sea el trauma y haya sido una coincidencia, ¿no? -dijo ella.
- Esperemos unos días más, si vuelves a soñarlo, me avisas y yo igual a ti. -le apreté la mano y ella asintió en respuesta.
Nos fuimos con los chicos, que ya habían puesto la película y estaban todos esparcidos por la sala, Eddie palmeó el sofá a su lado y me fui a sentar con él.
Pasamos la tarde entre películas y risas, comiendo y hablando de cosas de cualquier tipo, hasta que se hizo de noche. Al día siguiente era el cumpleaños de Dustin y nadie había dicho nada delante de él, pero Eddie iba a llamarlo mañana noche diciéndole que necesitaba ayuda, que yo me había ido y que él fuese a la caravana, donde estaríamos todos esperándolo para celebrarlo.
Nos despedimos de todos y al ir a abrazar a Max, estuvimos unos segundos de más.
- Todo ira bien Maya, estaremos bien, te lo prometo. -susurró.
- Te quiero mucho, por favor avísame por el walkie si pasa algo. -le dije mientras nos separábamos.
Todos se fueron y Eddie y yo entramos.
Él se tumbó y se desvistió quedando solo en bóxers.
- Tengo que cambiarme las vendas, ¿me ayudas? -preguntó con una sonrisa.
- Déjame, me cambio y te ayudo. -dije.
Sin pensar en lo que hacía cogí la camiseta que tenia Eddie encima de una silla y me metí al baño, quitándome mi ropa y poniéndome su camiseta, que resultó ser la del Hellfire club, me llegaba hasta casi las rodillas, así que servía perfecta de pijama.
Salí unos minutos después y cuando Eddie se dio cuenta de que iba con su camiseta, empezó a toser, casi ahogándose.
- Jesucristo. -soltó mientras seguía tosiendo.
Yo empecé a reírme mientras me acercaba a él para cambiarle las vendas.
- Tranquilo, sé que me queda mejor a mi, a ver cuando me haces una para ir a juego con vosotros. -le sonreí mientras me agachaba entre sus piernas para cambiarle la venda.
- Dos cosas cariño, primera, cuando esté bien, vamos a jugar la mejor partida del universo y tu tendrás tu camiseta, y dos, agachada entre mis piernas estás preciosa y vas a conseguir que me ponga duro. -lo soltó todo tan tranquilo que esta vez fui yo la que casi se atragantó con su propia saliva.
- Cállate ya, Munson. -mis mejillas ardían mientras con manos temblorosas le cambiaba las vendas por unas nuevas.
Una vez todo listo, Eddie se tumbó en su cama mientras yo recogía todo.
Cuando fui a tumbarme a su lado, me tiré un poco brusco, haciendo que algo cayese de debajo del colchón. Me agaché para recogerlo y al levantarlo me quedé literalmente tiesa.
- ¿Eddie? ¿eres policía ahora? ¿o piensas secuestrarme? -pregunté alzando unas malditas esposas en el aire haciendo que Eddie estallara en una carcajada.
- Cariño, eres tan inocente, ¿quieres que te enseñe para que sirven esas esposas? -sonrió acercándose a mí.
- Yo.. no entiendo muy bien para que sirven la verdad. -dije sin entenderlo y sin dejar de mirar las esposas.
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Sweetheart - Eddie Munson +18
FanfictionMaya lleva toda su vida en California, con su padre, el cual fallece y ella tiene que viajar hasta Hawkins para poder vivir con su hermana, Robin. Nuevo instituto, nuevos amigos, un freak que va a robarle el corazón y un peligro que nadie espera que...