Los enanos se sentía inseguros, el barquero no parecía una persona de mucha confianza, pero era lo único que tenían. Este les hablaba de una manera muy brusca y grosera, pero Balín fue el encargado de tranquilizar los ánimos de todos, ese enano de barba blanca era muy paciente y sabio.
También el otro miembro de la compañía que intento ser amable con el barquero fue el pequeño hobbit, Bilbo, le hizo preguntas sobre él, su familia y su trabajo, también trato de justificar y disculparse por la actitud de los enanos, sin percatarse que cierto enano de cabello negro y ojos azules los observaba con bastante recelo.
Thorin no podía confiar en ese hombre, era grosero, malencarado y brusco, pensó que tal vez fue una mala idea solicitar su servicio, en eso pensaba cuando Bardo les dijo que debían meterse en los barriles para que no fueran vistos.
Escudo de roble a regañadientes hizo que sus compañeros acatarán la orden, se acercó a Bilbo y lo ayudo a meterse en el barril, cuando lo alzó se sintió un tanto extraño, no era muy normal que el percibiera el olor de su cabello o que tuviera la necesidad de pasar su mano sobre su mejilla, así que trato de ignorar ese sentimiento, una vez que el hobbit estuvo en el barril Thorin se alejó rápido y fue a ver a sus sobrinos. Se percató que todavía le dolía la pierna a Kili y volvió su molestia, no con el muchacho, sino con el mismo, no pudo cuidar tan bien como le hubiera gustado a sus sobrinos, sabía que Kili no lo culpaba, ya que fue un orco quien lo hirió, pero el si lo hacía, debió estar más alerta.
Thorin se reprendía mentalmente, mientras tomaba su lugar dentro de un barril.
Kili estaba en las nubes, en parte por la flecha y en parte por los sentimientos que la bella elfa pelirroja despertó en él, no sabía si volvería a verla o no y se sintió tonto por suspirar cada vez que la recordaba, estaba tan absorto en sus pensamientos que casi no le importaba el olor a pescado que se les quedó impregnado y tampoco le importo mucho que el barquero les halla hecho entrar en su casa desde un retrete.
-Bien - dijo Bardo de forma brusca, sacando a Kili de sus pensamientos - ellos son mis hijos- la mayor, Sigrid, mi hijo, Bain y la menor, Tilda - decía mientras los señalaba.
La hija mayor y el muchacho dijeron solo un tímido "Hola", pero la hija pequeña los miraba con admiración y mucha curiosidad, su mirada a más de uno le recordó a Kili y Ori cuando eran niños, llenos de vitalidad, atracción hacia lo nuevo y desconocido.
La pequeña tenía una sonrisa en la cara mientras se iba acercando lentamente hacia el enano más próximo que tenía, el suertudo fue Fili, ella quería verlo de cerca, poder ver su barba rubia y trenzada, así mismo se preguntaba, ¿qué tan alta necesitaba ser para poder alcanzarlo?, O ¿para poder rebasarlo?.
A Fili le extraño un poco la actitud de la niña, pero estaba acostumbrado a las niñerias de su hermano, que ya era un joven adulto y sabía que podía soportar la intensa curiosidad de la pequeña, así que en lugar de alejarse o tratar de evitarla, le sonrió y le guiño un ojo para brindarle confianza. Una vez que Tilda estuvo frente a Fili, él le dijo un divertido "Hola pequeña", y le dedicó una gran sonrisa.
-Hola, soy Tilda - dijo con una sonrisa muy grande en su rostro - ustedes son enanos - afirmo -, nunca había visto enanos, ¿todos tienen barbas largas?, También su cabello, ¿No les gusta cortarlos?, ¿Porque huelen a pescado?, ¿Te gusta el pescado?, A mí sí, y más cuando lo prepara mi padre, ¿tal vez deba decirle a mi padre que les prepare de comer?, ¿Tienen hambre?, ¿De dónde vienen?, ¿Hacia donde van? - Tilda hablo tan rápido que se sintió mareado por un segundo.
Cuando estaba dispuesto a responderle a la niña, su hermana Sigrid la halo del brazo suavemente y le hablo con voz firme pero con un toque de dulzura.
- Tilda, ellos han de estar cansados, ¿no crees que es de mala educación cuestionarlos?, Deberíamos de dejarlos descansar un poco - mientras decía esto miraba de reojo a su padre, como pidiendo que el se hiciera cargo de sus invitados, ya que ella estaba tan sorprendida de tener tantos enanos en casa que no sabía cómo actuar.
-Si, ehh Sigrid, por favor dales algo para que se sequen, yo ahora regreso - dijo mientras salía de su casa por las armas para los enanos.
-Disculpe a mi hermana, la ciudad es pequeña y casi no hay visitantes - le dijo un poco apenada a Fili, el enano era una cabeza más bajo que ella, pero era - a su parecer - bastante atractivo.
-No hay problema, estoy acostumbrado a la curiosidad de los hermanos menores - decía viendo de reojo a Kili y dándole una sonrisa educada a la chica.
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Fili despertó y sonrió, soñar con Sigrid era casi mágico, el percibir su olor, su calor o su simple presencia lo hacía sentir mariposas en el estómago, esperaba no olvidar el sueño que tuvo como generalmente pasaba —casi nunca recordaba sus sueños—, miro el reloj y vio que eran las 3:18, aún tenía tiempo para dormir un poco más, tal vez tuviera suerte y pudiera seguir soñando con la bella chica.
Se volvió a acomodar en su tibia cama, suspiro cerrando los ojos y con una sonrisa en los labios y en lo único que se concentro hasta que volvió a caer dormido fue en el rostro de la chica de sus sueños.
Sigrid se revolvía entre sueños —o al menos ella creía que eran sueños —, que no recordaría con claridad, solo tendría la sensación de felicidad y una sonrisa en su bello rostro hasta que diera la hora para su cita con Fili.
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Una segunda oportunidad
RomanceKili y Tauriel no pudieron vivir su amor como hubieran querido, pero tal vez en su nueva vida puedan hacerlo. Una historia romántica sobre las almas gemelas que se reencuentran a través del tiempo, después de sufrir la primera vez. 📌Los personajes...