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Belladonna Crovetto

Montecarlo Mónaco
22 diciembre

Al momento de regresar lo primero que hago es encerrarme en mi cuarto, tomo mi teléfono y veo los mensajes de Max. Muchos solo dicen perdóname y otros mencionan el amor que me tiene.

No puedo pensar después y esto me aterra.

Estoy caminando al hospital, me trae malos recuerdos y cuando por fin entro veo a todos.

Había hecho una cita para hoy, quiero huir, pero sé que debo hacerlo por ellos.

Hablar en plural me cuesta trabajo y puedo jurar que solo de imaginarlo un nudo en mi garganta se forma.

Nadie está preparada para ser madre, no yo.

Sé que hemos cometido un error, claro que me he cuidado, pero un fallo.

No quiero pensar en lo que pasará en los próximos meses. No quiero decirle nada, me cuesta imaginarme.

Me coloco una bata y mientras mi médico llega comienzo a llorar.

—Bella — Me abraza por atrás, él fue mi médico desde pequeña, la edad comienza a verse reflejada en el y ahora más que nada me doy cuenta de cuanto he crecido.

Le comienzo a contar todo, le dijo que no he presentado ningún síntoma y que ni siquiera sospechaba.

Comienza a colocarme gel en mi vientre y mientras en la pantalla se ve unas bolas sin forma sigo llorando.

—Son dos — Menciona — Sus latidos están bien, su crecimiento está siendo proporcional.

Sigue revisando a detalle y mientras cierro los ojos, me siento que estoy a punto de derrumbarme.

Me siento en la silla y comienza a preguntarme sobre más antecedentes.

—Tengo que estarte revisando, el embarazo de gemelos es sumamente peligroso. — Menciona — Debo tomarte más muestras de sangre y ver que todo en ti está adecuado para que el embarazo esté bien.

Ni siquiera siento cuando la aguja entra en mi brazo, miro un punto. Y me doy cuenta de lo mal que me veo al mirar al espejo.
Mi piel esta amarilla y mis ojos se ven más hundidos.

—Te voy a mandar con nuestra Nutriologa, es importante que debas seguir un plan alimenticio, no te voy a prohibir nada solo quiero que lo sigas para evitar cualquier cosa.

Pierdo el tiempo de cuánto estoy ahí sentada y mientras el doctor Josué sigue chocando a los demás pacientes me sigo mirando al espejo.

No sé como mi cuerpo cambie, no sé si viviré y no sé si estoy lista.
Entro de nuevo a su consultorio mientras me sonríe.

—Los niveles de glucosa están bien, el examen arroja un porcentaje bajo de hormonas a pesar de tu embarazo — Se acerca al estante de los medicamentos — Debo enseñarte a aplicarte inyecciones, deberás colocarlas dos veces por semana y en un mes nos vemos.



24 diciembre

Tomo la aguja y me inyectó abajo del ombligo, no siento nada y mientras veo el líquido bajar lloro.

No he tenido el valor de decirle a mi padre ni mucho menos a Mady.

Sé que no puedo ocultarlo todo el tiempo, pero no puedo.

Me siento con ellos y cuando quiero hablar las palabras no están ahí. Desaparecieron. Nunca existieron.

Quiero poder decir que me ha costado tiempo pensar en lo que puede pasar, mientras los días pasan.

𝐍𝐢𝐳𝐚 | 𝐌𝐚𝐱 𝐕𝐞𝐫𝐬𝐭𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora