🌿C.3: Un par de sorpresas🌿

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🌿 Un par de sorpresas 🌿

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Matt ya estaba despierto cuando decidí entrar. Se ve más repuesto, pero sus ojos están cargados de vergüenza, también está bastante sonrojado, como no sé cómo iniciar una conversación con él que no le incomode, hago lo de siempre.

— Vaya, chico. Con esa cara pensaría que tuviste "muy dulces sueños" — le sonrío obligándome a bloquear las terribles imágenes del recuerdo que le robé anoche. Lo último que necesita es que yo parezca afectado... aunque lo estoy.

— ¡Idiota! — me grita desde MI cama ahora rojo como un tomate y con otro tipo de vergüenza encima, con eso queda confirmado que soñó probablemente con un amante soñado o algo. No pararé de molestarlo con esto.

— ¿Sabes? Creo que me pondré celoso de tu príncipe azul — bromeo.

— ¿Tú? ¿Celoso? — me levanta una ceja, desconfiado.

— A menos que yo sea tu tipo de príncipe — sigo el juego sonriéndole con ambas cejas levantadas. Consigo que se avergüence más aún, y al lanzarme un almohadón logro relajarme, no me quiere mandar al infierno.

— Lo siento, rey. No me gustan los punks con tan malas decisiones amorosas.

Se hace un silencio glacial. No puedo evitar mirar al suelo totalmente arrepentido de la noche anterior. Esa niña tonta aún me enoja, siento que debí haberle roto la cara de verdad o mínimo humillarla.

— Perdón, Matt. Todo lo de anoche fue mi culpa.

— ¿Qué le viste a esa loca? — su voz suena resentida y amarga.

Me arriesgo a acercarme sentándome en una caja de madera a un lado de mi cama. El ojiverde no parece tener intenciones de corretearme lejos.

— La verdad — nunca le había explicado a nadie nada, no obstante, no me molesta darle explicaciones a este chiquillo —. Me sentía solo y aburrido. Todo parecía tan gris y tedioso. Solo hacía cosas por el bienestar de Lorena, si no fuera por ella ni me habría molestado en respirar — sincerarme es tan raro para mí —. Así que, cuando apareció Isabella me pareció una buena escapada de la realidad, nunca esperé salir más de una vez con ella. Tampoco sabía o me importaba qué edad tenía, imagina cómo me jodió Tommy cuando todos nos enteramos que tenía diecisiete. Ella tenía tanta energía y era tan alegre, era fuego y diversión, al principio tampoco dejó ver lo perra caprichosa que es realmente. Con los meses comenzó a ponerse posesiva y el aburrimiento volvió, los colores se apagaron y su fuego comenzó a quemarme. Nunca le di falsas ilusiones, siempre le dije que lo nuestro no era una relación, con suerte era un desliz, ella nunca se quejó realmente, podía ir y acostarse con otros, y yo nunca estuve con nadie más como para lograr ver lo celópata que era. Para cuando te conocí ya tenía planeado mandarla al diablo... Perdón, Matt. No creí que la tomaría contra ti, que te conociera el día que terminamos solo fue una mala coincidencia.

— ¿No que fue por mí que te mandó al diablo ese día?

— Jeje, la verdad, sí. Pero que te intente joder todo el tiempo sigue siendo mi culpa.

En todo este rato no he sido capaz de verle a los ojos, me siento tan putamente culpable. En cambio, él se levanta del nido que es mi cama y se me acerca sin nada de reproche encima.

— Yo también lamento mi actitud de anoche. Siento haber... — la voz se le quiebra —. Siento haberte contado de tan mala forma mi pasado — sus ojos verdes están llorosos, fijos en un rincón. No pienso dejarlo recordar cosas tan malas de nuevo. Descaradamente me levanto y lo abrazo, logrando no solo sacarlo de sus cavilaciones, sino también incomodarlo —. ¿¡Qué haces!?— Abrazarte, idiota.

El Brujo y El Muro: Dentro del Espejo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora