🌿C.8: Feliz cumpleaños🌿

9 2 0
                                    

🌿 Feliz cumpleaños 🌿

🌿

No quiero nada, no tengo ni hambre ni ganas de hablar. Matt cocinó para Sara y fue el mejor anfitrión que pudo mientras yo me martirizaba tirado sobre el suelo de mi amado bosque techado. El famoso Dique que tengo está oculto dentro de mi pecho, no tuve que buscarlo mucho ahora que sabía de su existencia, fue creado bajo unas específicas reglas que si logro romper, aunque sea una, podré destruirlo. No tengo muchos ánimos de intentar descubrir cuales reglas son, la verdad no tengo ganas de nada. Sara pasa un momento a despedirse, me ve tan afectado que hasta se ofrece a ayudarme "en lo que sea y cuando quiera", dulcemente me da un beso en la mejilla susurrándome una verdad que hasta el momento no había analizado por estar tan encaprichado en mi propia miseria, sería una gran noticia si no fuera porque la depresión me está comiendo el alma.

Es casi medianoche cuando Matt vuelve en su motocicleta, es tan caballero que se ofreció a ir a dejar a mi alquimista a su casa. Apaga el motor y yo no quiero estar aquí, no quiero que me vea así, lastimero y decadente. Puedo escuchar como se acerca piso a piso, planeo una ruta de escape al bajar de la quinta planta cuando la presencia del chico-invierno desaparece. Maldición, ocultó su existencia solo para pillarme desprevenido, es demasiado astuto y nunca debí enseñarle a esconderse tan bien.

— Ares, ¿por qué obligaste a Matt a descubrir qué yo era un brujo? — le pregunto al gato-no-gato que me mira con ese aire de superioridad que siempre ha exhibido. Sin cambiar de apariencia me habla directamente a la mente.

— Llamémoslo destino, Kai.

— Eres un imbécil, ¿lo sabes?

— No, tú lo eres. ¿Olvidaste a quién pertenecía el día de hoy?

No necesito más información. Lo había olvidado por completo con tanto berrinche de mierda, ¡hoy era el maldito cumpleaños del chico! Me trago gran parte de mi depresión, es una de mis habilidades el poder dejar mi tristeza de lado un par de horas, es lo mínimo que puedo hacer por él, ya tendré tiempo para lamentar mi suerte. Aunque pensándolo bien, tiene varios lados positivos esto de ser purasangre, al menos puedo intentar obligar a Matt a hacer un pacto de Sangre Negra conmigo sin morir en el intento. No mentiré que eso me alegra bastante.

Al entrar a la habitación noto un dulce olor a galletas, la puerta se cierra tras de mí y yo sonrío.

— Te traje un regalo — me comenta el ojiverde apoyado en el umbral con una bolsa de papel llena de galletas glaseadas. Esas mierdas son mis favoritas.

— ¿Intentas alegrarme haciéndome engordar? — bromeó sin lograr sonar muy entusiasmado aunque lo esté.

— Si esto no funciona — hurga con su mano libre entre sus ropas y saca una barra de chocolate semiamargo, este chico es un dios —. Quizás esto compre tu atención.

Esta vez si sonrío más repuesto, este mocoso me encanta. ¿Desde cuándo me fascina tanto? Puede que desde siempre, puto Benny y sus mentiras, adivinó bastante bien lo fuerte que caería por un chico de ojos verdes. Y pensar que me creía tan heterosexual hace unos años.

Me siento sobre mi cama esperando que él se me acerque.

— Lamento que este sea oficialmente el peor cumpleaños que has tenido — me disculpo al tiempo que me suelto el pelo y lo desenredo torpemente.

— No digas eso. He tenido mucho peores.

Avanza hasta quedarse parado frente a mí ofreciéndome las golosinas, estiro mi mano fingiendo que voy a cogerlas hasta que cambio la ruta justo a tiempo para empujarlo a la cama por la muñeca derecha. Él pierde el equilibrio cayendo a mi lado mientras los dulces saltan y yo los detengo en el aire.

El Brujo y El Muro: Dentro del Espejo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora