❄️C.9: Confesión❄️

7 2 0
                                    

CAPÍTULO 9

❄️ Confesión ❄️

❄️

Es el 23 de septiembre de 1989, estamos en un bar a un par de cuadras del antro donde va Kai todos los meses a hablar con su hermana por teléfono, esta vez no es por la llamada sino porque llegó una estadounidense hace un par de días a ese lugar preguntando por el punk, nuestros aliados terminaron avisándole de la presencia de esta mujer y de que traía un mensaje urgente de Kara, la hermana del brujo. Está de más mencionar que no me dejó acompañarlo por ser un asunto entre "su bastarda familia" y él. Sin embargo, lo terco se pega, así que termino escondiendo mi presencia en este bar a pocas cuadras de Kai donde para mi desgracia encuentro a Tommy con todas las ganas de preguntarme mil cosas. Desde que se aparece de vez en cuando por el Gran Árbol que no para de cuestionarse todo, partiendo por el simple hecho de que mi brujo decidió invitarlo después de tantos años solo por mí. Y eso ya es demasiado comprometedor por sí solo.

Después de unas patatas fritas y una botella de cerveza completa, no para de insinuar que somos "demasiado unidos", yo termino derrumbándome sobre la barra con un doloroso:

— No sé qué hacer, Tommy. Ya no puedo con esto.

— ¿Con qué?

— Creo que me enamoré del imbécil de Kai — espeto avergonzado mientras él, de la pura sorpresa, escupe su trago a la barra.

El barman nos mira como queriendo obligar a Tommy a limpiar con la lengua el desmadre que dejó. Mi amigo se disculpa y el tipo comienza a limpiar mirándolo molesto. El Tigre líder se gira con sus ojos azules abiertos al máximo.

— Estás jodiéndome, ¿verdad?

— No — lloriqueo afligido, ocultando mi cara con las manos.

— Dime que no es verdad, es decir, sé que te molestamos todo el tiempo con eso de que ustedes dos parecen pareja, pero... ¿Es en serio?

— ¡¿Por qué te sorprende tanto ahora?! — pregunto bastante irritado, sacando por fin la cara de entre las manos para enfrentar a un incrédulo Thomas.

— Es que es raro. No me malinterpretes, para mí era obvio, pero no TAN obvio. La verdad, siempre creí que tendría este tipo de conversación con él, no al revés — lo dice todo con una naturalidad que me fastidia.

— ¿Por qué pasaría eso, Tommy? Yo soy el gay — trago con amargura de mi vaso con la vista fija en mi amigo, esperando una respuesta.

— Pero él esta gay por ti. ¿De verdad ustedes dos son tan estúpidos? — sacude su cabeza algo frustrado, mas sin quitarse esa sonrisa burlona —. Desde que se conocieron que se te anda insinuando, es francamente agotador que ninguno quiera ver lo obvio.

— Él se le insinúa a medio planeta — aclaro sin convencerlo ni un poco.

— Nop, eso no es verdad y lo sabes. Contigo no es el playboy callejero que es con todos los demás. Contigo es... ¿tierno? No sé, nunca lo he visto tan hogareño, o no-siendo un desastre con patas — nunca debí decirle nada, Tom no para de provocarme mini ataques de ansiedad —. Matt, hasta hace unos días creía que Jimmy era una puta, pero viéndolo así contigo, ya no estoy seguro. ¿Sabes con cuantas chicas estuvo antes de conocerte?

Menea su mano derecha como apoyo para enfatizar lo que me está diciendo. Yo quiero que me trague la tierra o me parta un rayo en este instante. Me arrepiento tanto de decírselo. Necesito escapar de esta situación en la que yo mismo me metí, ¡ahora!

— ¡Exacto! A él le gustan las mujeres — se me ocurre contestar justo antes de que pasen los segundos protocolares para dar una respuesta.

— Sí, le encantan. Le gustan tanto que desde que vives con él que no ha estado con ninguna — usa su tono irónico con un relajo tan armonioso que quiero partirle la cara. ¡Me estoy ahogando por dentro y él se limita a pedir otra cerveza!

— Esto es el infierno, Tommy. Es el puto infierno.

— ¿Por qué? Solo dile, no creo que...

— ¡¿Qué?! ¿Decirle? — ¿es en serio, Thomas? ¿En serio? —. ¿Estás mal de la cabeza? No puedo decirle.

— ¿Por qué no?

— ¡Porque es mi mejor amigo y además tengo SIDA, imbécil! Por eso — nuevamente mi maldita y puta timidez me obliga a cubrirme la cabeza con los brazos, rojo y derrotado, con lo que dije es obvio que quiero acostarme con él.

— Y yo que creía que era yo tu mejor amigo, ¿así me pagas el rescatarte del río? — bromea. Ahora si quiero darle un puñetazo.

— Creo que preferiría haberme ahogado en ese río.

— Oh, no. No me salgas con esas mierdas — me empuja con el codo, alegre. Provocando que mi amargura se vuelva hiel —. Vamos, Matty, no es tan grave. Solo dile la verdad.

— ¡Que no!

— ¿A qué le temes? ¿A que te rechace? — claro que no, eso es de niños —. Es Jim, no te echará de su casa ni nada malo... espera... — me analiza un momento y yo aparto mi cara hacia un costado, evitándolo —. ¡Tienes miedo a que te corresponda! ¿Qué clase de enfermo tiene miedo a eso?

— Yo, yo soy esa clase de enfermo — suspiro sintiendo que la mala suerte nació reencarnada en mí —. Es que a veces me mira de una forma y... y no sé si está bromeando o no. Y más encima siempre le sigo el juego y ya no puedo...

— Eso de seguirle el juego suena terrible, dime que no se han manoseado o algo, no es algo que quiera saber... Bueno, quizás sí.

— ¡Thomas! — le grito tan fuerte que causo que al pobre barman se le resbale una copa, voltea con una cara de póquer que me hace sentir muy culpable, me disculpo algo tarde y él vuelve a sus asuntos mientras yo vuelvo a los míos —. Sabes que no me refiero a eso. Es que... es que... ¡No puedo seguir fingiendo que no quiero saltarle encima! — me rindo, no tengo por qué mentirle a Thomas, ya no.

— Woah, así de mal te tiene, ¿eh?

— ¡Argh! — gruño exasperado —. No me estás ayudando.

— Dile la verdad — silabea lentamente cada palabra.

— No.

Me amurro como un crío sobre la barra de madera por unos minutos. Me siento como el peor ser del planeta, en cambio Tom está disfrutando de mi sufrimiento por completo. Me sonríe divertido, yo solo quiero desaparecer.

Admitir en voz alta que quiero a Kai solo empeoró lo mal que ya estaba, porque la verdad es que ya se me está haciendo difícil vivir en la misma habitación que el sexy brujo que ronronea cada vez que se droga. Me deprimo a diario pensando lo mucho que quiero estar con él y lo imposible que es. ¿Por qué el destino es tan hijo de puta conmigo?

— Solo por curiosidad, ¿desde hace cuánto que te gusta?

— Ese es el problema, Tommy, no me gusta, me encanta. Sé la diferencia y me está matando — seamos justos, estoy perdido por ese punk de mierda.

— Pero, ¿desde cuándo?

— No lo sé. ¿Semanas? ¿Meses? Todo era increíblemente tolerable hasta hace cuatro días — ¿Por qué acabo de decir eso? Soy un estúpido, cierro los ojos.

— ¿Por qué? ¿Qué cambió? — se queda esperando mi respuesta, y luego de que pasa todo un minuto me doy cuenta de que puede estar años esperando a que yo hable. Así que, un carajo.

— Esto sonará terrible — advierto con la voz entrecortada de la vergüenza.

— Tú solo dilo, yo juzgaré eso — suelta su sonrisa con excesiva confianza apoyándose de lado sobre la barra con los ojos brillándole de curiosidad.

No debí haber dicho ni mierda hoy. Todo esto es mi propia culpa.

El Brujo y El Muro: Dentro del Espejo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora