❄️C.6: Merece algo mejor🌿

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🌿 Merece Algo Mejor ❄️

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La satisfacción que Kai sentía lo tenía en la gloria, sabía que el mundo no cambiaba en nada con lo que había hecho, sin embargo, nada de eso importaba porque ese bastardo malparido ya no dañaría a nadie más, ahora estaría sufriendo sus peores pesadillas una y otra vez; si el chico rubio no podía dormir a veces por los tortuosos recuerdos, mínimo que ese engendro tampoco pudiera conciliar el sueño. Añoró con todo su ser que Matt jamás se enterara de lo que había hecho.

Al llegar a su piso se topó a Ares en pleno pasillo.

— No importa lo que me digas, no arruinarás mi día — le sonrió al gato.

Ares le maulló conforme dejándolo pasar, una vez que le dio la espalda dejó de ser el felino que aparentaba y antes de que el híbrido abriera la puerta le habló a la mente como siempre hacía.

— Mi amo te extrañó, Kai Ivanov. No tuvo un buen día, por tu bien... no la cagues.

Kai se giró rápidamente, decidido a plantarle cara al espectro, mas allí estaba como el gato negro y grande que siempre veía, limpiándose las patas.

— Ares, ¿eres un familiar de Matt, no? — preguntó decepcionado de no ver su real apariencia. El animal asintió lentamente —. ¿Y cómo es que sabías que estaría aquí? Llegaste años antes que él — el felino lo miró un largo instante antes de salir corriendo por el pasillo para largarse al bosque techado sin contestar nada.

El brujo bufó frustrado de nunca poder sacarle mucha información a su inquilino espectral.

Intentó abrir la puerta sin emitir ningún ruido, eran las once de la noche, lo normal era que Matt estuviera con la música a todo volumen leyendo o cocinando, no obstante, todo estaba sumido en el completo silencio. Agudizó su oído y pudo escucharlo durmiendo en su cama, SU cama, ¿por qué no se durmió en la de él? No necesitó prender las luces, casi nunca lo hacía, veía en la oscuridad a la perfección.

Avanzó dispuesto a despertarlo de golpe para jugarle una broma, pero al llegar junto a él no pudo. Se veía tan tranquilo durmiendo allí enredado entre las telas y los gatos. Tragó saliva sentándose en el suelo junto a su lecho, extendió una mano suavemente para apartarle unos mechones de pelo del rostro. No evitó en ningún momento rozarle la piel, Matt se quejó levemente y el brujo apartó su mano al instante. Lo contempló unos momentos más cayendo en la cuenta de lo mucho que se le notaba lo joven que era al dormir, sería solo un crío si no hubiera tenido que sufrir tantas tragedias en su corta vida. Pensó en lo fascinado que estaba con él, lo mucho que le gustaba verlo feliz y lo hipnóticos que eran sus ojos de primavera, como si toda la magia verde estuviera oculta tras ellos.

Kai jamás esperó tener una vida feliz, creía que tendría que conformarse con ser el guardián de Lorena hasta morir o ser asesinado y nada más, pero desde que conoció al muro todo parecía mejorar de golpe.

De verdad era una crueldad la enfermedad que pesaba sobre el chico, no era justo y no se detendría hasta encontrar la forma de salvarlo sin importar el precio porque simplemente le encantaba, su forma de ser y su forma de discutirle, lo elegante y compasivo que era, la frialdad con la cual podía coger un arma y apuntar, la bondad con la cual trataba a todos los habitantes del Gran Árbol, incluyéndolo. Lo educado, justo y consecuente que tendía a ser en todo lo que hacía. La inocencia en sus ojos y el cariño que le profesaban a pesar de que siempre lo arriesgaba con sus asuntos ilícitos o mágicos.

Desde que ambos sabían sus historias la manera en la que comenzaron a tratarse y mirarse cambió bastante sin que ninguno de los dos lo notara. La atracción que sentía el punk hacia el ojiverde era, según él, un hecho desde que el chico no salió corriendo al enterarse que él no era del todo humano, mas no era así, Kai sentía algo más que amistad por Matt desde mucho antes, quizás desde aquella larga primera conversación que tuvieron en aquel antro-galpón donde se conocieron, aunque eso no importaba porque se negaba el tema a diario. Matthias merecía algo mejor que un híbrido de bruxa caótico y miserable. Merecía a alguien que no lo arriesgara todo el tiempo, no obstante, no podía dejarlo ir, le encantaba demasiado. Se sorprendió, por primera vez en su vida quería realmente estar con alguien. "Benedikt tenía razón" pensó algo deprimido, sin embargo, aunque le doliera, si lograba salvar al ojiverde lo dejaría ir, definitivamente merecía algo mejor que el desastre que era, merecía seguridad y tranquilidad, merecía felicidad.

Cargó un hechizo de buenos sueños sobre el chico para que las pesadillas no lo alcanzaran aquella noche, después cogió una botella de ron de la cocina y se la bebió completa mientas releía uno de sus libros favoritos antes de dormirse sentado junto a su cama. Al otro día comería algo, ahora estaba cansado.

El Brujo y El Muro: Dentro del Espejo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora