2.Un mago, una aventura y un par de enanos.

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Bilbo terminaba de cocinar algo que olía realmente delicioso. No me dejaba ayudarle, porque decía que no sería un buen anfitrión si dejaba que su invitada se tomara tantas molestias, así que volví al espejo a mirarme. Puede parecer que era de esas personas que se pasan el día contemplándose, pero no era así. Simplemente no me creía que estuviese aquí de verdad.


Era yo pero no lo era al mismo tiempo. Me miraba la cara y ahí estaban mis ojos azules, mi nariz, o como la llamaba Jake "naricilla de conejo", y mi boca. Pero mi pelo no era el mismo, era castaño y algo rizado, como lo había sido siempre, pero ahora era larguísimo y eso me encantaba. Aunque lo que más me llamaba la atención eran las orejas terminadas en punta. No voy a mentir, molaban, pero me hacían sentir rara.


Bilbo me llamó para cenar, charlamos, reímos y comimos mucho. Creía que yo comía demasiado, pero esto era pasarse, aunque no iba a negarme. Después de la cena, seguimos hablando de todo un poco hasta bastante entrada la noche, tanto que Bilbo se quedó dormido. Aunque yo, no sé por qué no tenía sueño, es más tenía mucha energía. No sabía que hacer.


Llevé a Bilbo como pude hasta su habitación y lo tumbé en la cama, lavé los platos sucios de la cena y ordené la mesa, limpié los pisos e incluso los barrí. Y seguía sin tener sueño. Y sin amanecer. Después de estar un rato sentada, decidí salir a que me diera un poco el aire. Seguí los caminos, que conducían a diversos agujeros hobbit, llenos de preciosas flores, o con huertos, o algunos con la ropa tendida. Me alegró ver que los primeros rayos de sol asomaban por la colina, así que volví a casa de Bilbo.


Debía hacer algo por él, ya que me había acogido sin siquiera conocerme, además me había caído bastante bien. Al llegar, me metí en la despensa y cogí todo lo necesario para un gran desayuno.

Luego fui a la cocina y preparé tostadas, pastelitos, té, y todo lo que se me ocurrió.


Serían un poco más de las nueve cuándo el hobbit entró por la puerta de la cocina. Se sorprendió mucho al ver que le había preparado la mesa y el desayuno. Comimos tranquilos, a veces en silencio y otras hablando sobre el buen día que hacía, o lo rico que estaba todo.

Al terminar me ofrecí a recoger todo. Bilbo se negó, pero yo le dije que saliera a disfrutar de la mañana. Que yo me encargaba, y así lo hizo.

Bilbo salió de la casa con su pipa en una mano y con lo que le quedaba de pastelito en la otra. Bajó hasta la entrada de la casa, y allí se sentó en un banco a fumar. Primero disfrutó un rato haciendo aros de humo. Luego cerró los ojos y se fue relajando, recostándose un poco. Hizo otro aro de humo. Estaba tan metido a lo suyo que no vio llegar a un extraño anciano, el cual convirtió el aro en una mariposa de humo que vino a chocar en la nariz del hobbit haciéndolo salir de sus pensamientos.


-Buenos días- Dijo Bilbo mirando al desconocido.


-¿Que quieres decir? - Preguntó-¿Me deseas un buen día,o quieres decir que hoy es un buen día lo quiera yo o no? ¿O tal vez quieres decir que te encuentras bien esta mañana en particular? ¿O simplemente afirmas que es una mañana en la que hay que sentirse bien?- Añadió, dejando al hobbit extrañado.


-Todo eso a la vez, supongo- Bilbo parecía cada vez más incómodo con la conversación. Se hizo un pequeño silencio, que lo incomodó aún más-¿Puedo ayudaros?.

Dejé mi corazón en La Tierra Media.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora