—Lani—me susurró Ofir al oído mientras me abrazaba con más fuerza—. No volvamos a separarnos nunca, ¿vale?
—Vale—en aquel momento fui consciente de lo mucho que lo había echado de menos.
Poco a poco nos separamos, pero seguimos cogidos de las manos mientras nos mirábamos a los ojos.
—¿Por qué me miras tanto?—dijo en un tono tan dulce que sonreí al instante.
—No lo hago—le sujete la cara con la mano que tenía libre y acaricié su suave y cálida piel—
Mis ojos se fueron a su boca cuando esbozó una tierna sonrisa. Se mojó los labios y se inclinó hacia delante.
Solo unos milímetros nos separaban, cuando sentí algo recorrerme la espalda. Di un brinco del susto y Ofir empezó a reírse cuando Dwin se apoyó en mi muslo.
—¡Dwin!—exclamé maravillada—. Mi pequeño ¿Dónde estabas hace días que no te veo?—empecé a acariciarlo pero saltó de mis brazos y se subió al hombro de Ofir.
—Esto es nuevo—la cara de Ofir era un poema mientras acariciaba extrañado a Dwin—. ¿Te has fijado en lo gordo que está?
—Probablemente se está atiborrando a ratones, o quizás se haya colado en la despensa.
Ambos reímos.
—¿Se puede saber que hacéis aquí?—gruñó Thorin a nuestras espaldas. Ofir y yo nos asustamos—. Deberíais estar buscando La Piedra del Arca, y no aquí haciendo el vago.
—Estábamos descansando, Thorin. Lo siento—dije intentando calmarlo.
—¡Me da igual!—gruñó de nuevo—Ofir, vuelve al trabajo. Y tú, Leilani ven conmigo.
Seguí a Thorin por los derruidos pasillos de Erebor hasta el salón del trono. Allí estaban Bilbo, Dwalin y Balin. Me coloqué junto a este último.
Miré a todos como preguntando que qué pasaba, pero ninguno hizo gesto alguno.
—Thorin, llevamos días buscando la piedra...—empezó Balin, pero Thorin lo interrumpió.
—¡Y aún así sigue sin aparecer!—gritó.
Hubo un silencio incómodo en el que nadie se movía salvo Thorin, que caminaba de un lado para otro como un demente. Susurraba cosas, como si hablara consigo mismo.
—¿Dudas de la lealtad de alguno de nosotros?—pregunté dando un paso adelante. En un segundo me miraba con esos ojos sin brillo a los que desgraciadamente ya me había acostumbrado.
Se acercó a mi con pasos rápidos y me garró por los hombros con tanta fuerza que casi me ardían. Siguió mirándome a los ojos y dijo con un susurro casi siniestro:—si alguien la encuentra, y decide ocultármela. Me vengaré.
—Me haces daño—las palabras me salieron casi en tono de suplica, acompañadas de unas lágrimas, que más que de dolor, eran de recuerdos de Thorin. El auténtico Thorin que pude conocer antes de pisar esta montaña.
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Dejé mi corazón en La Tierra Media.
Fanfiction¿Qué harías si por accidente entraras en tu historia preferida y supieras todo lo que va a pasar? Eso mismo le pasó a Leilani, una chica de 16 años normal y corriente que por lazo del destino acabó inmersa en las aventuras de la compañía de Escudo d...