12.Un nuevo enemigo y una nueva amistad

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Tan rápido como nos permitían los pies, corrimos colina abajo. Cada vez oíamos a los huargos más cerca. Gandalf se paró de repente y todos nos chocamos. Frente a nosotros había un extenso valle.

-Eh, me acuerdo de esta parte-Me dije a mi misma, aunque lo hiciera en voz alta. Sujeté un árbol-¡Rápido, subid a los árboles!-Dije mientras nos ayudábamos los unos a otros a subir, solo faltaba Bilbo. Estaba intentando darle la mano para ayudarlo a subir al mismo árbol que yo, pero un huargo vino directo hacia él. Sin quererlo realmente, Bilbo mató a la bestia con su espada clavándosela en la cabeza. Yo le insistía en que me diera la mano, pero se él empeñó en recuperar su arma. Solo faltaban unos instante para que llegaran los demás animales así que sin pensármelo dos veces, me agarré al tronco con los pies y lo cogí como pude justo a tiempo-Bilbo, ya te he salvado el culo dos veces en menos de 24 horas. A ver si paras ya-Sonreí para que viera que era una broma y él hizo lo mismo.

En poco tiempo aparecieron un montón de huargos. Sobre una roca había uno blanco, como su jinete.

-¡Azog!-Exclamó Thorin incrédulo, pues no esperaba ver aquella cara.

El orco respiró hondo y dijo en lengua negra:

-¿Lo oléis? ¿oléis el miedo?-Miró a los ojos a Thorin, que parecía entender lo que decía-Tu padre apestaba a eso, Thorin, hijo deThráin. Ese es mío-Gritó a los demás huargo-¡Matad a los otros!

Los huargos se abalanzaron contra los árboles. Arrancaban las ramas con sus poderosas mandíbulas y con sus potentes cuerpos embestían los árboles haciendo que se tambalearan como si fuesen ramas. De pronto,el árbol en el que estábamos Bilbo y yo no aguantó más. Las raíces asomaron por el suelo a la vez que caía contra el árbol de al lado, y este al otro y al otro. Saltamos hasta quedarnos todos en el último árbol que quedaba al borde del barranco.

Ya los huargos no saltaban para intentar cogernos, sino que simplemente zarandeaban el tronco para echarlo abajo.

Gandalf cogió una piña y le prendió fuego con su magia. La lanzó al suelo seco que ardió con facilidad. Luego quemó más piñas y nos las fue pasando para que las lanzásemos también. Espantamos a los huargos y todos gritamos felices, pero la felicidad nos duró poco, pues el árbol se desplomó y se quedó colgando del precipicio.

Nos aferrábamos a las ramas, pues nos iba la vida en ello. A lo lejos oí la asquerosa risa de Azog. Ori no pudo resistir más y sus brazos se soltaron de la rama, aunque rápidamente se agarró a los pies de su hermano Dori.

-¡Ori, Dori!-Grité desesperada. Se iban a caer.

-¡Señor Gandalf!-Dori no podía aguantar su peso y el de Ori, así que se resbaló. Justo a tiempo, Gandalf le tendió su callado y el enano se agarró. No podría aguantar mucho más. Ninguno podríamos.

Entonces lo vi. Thorin y Azog se desafiaban con la mirada. El pálido orco siguió mirándolo mientras Thorin se ponían en pie y corría hacia él dispuesto a matarlo allí mismo.La escena era épica, Thorin corría entre las llamas con Orcrist en una mano y una rama como escudo en la otra. Azog seguía inmóvil sobre la roca, esperando. Cuanto más se acercaba el enano, más sonreía.

De un salto el huargo blanco se abalanzó sobre Thorin y lo tiró al suelo.Se puso de pie, pero de nada le valió, pues Azog le asestó un golpe con su mazo y volvió a tirarlo. Seguidamente, el huargo blanco le mordió el estómago. Me vino a la mente el recuerdo de la pierna de Ofir en las fauces de aquel huargo y un grito ahogado salió de mi garganta. Me puse en pie sobre el tronco instintivamente.

-¡No!-Gritó Balin impotente al no poder ayudar a su amigo. El huargo seguía sosteniéndolo, y los gritos de Thorin eran inevitables. Hasta que golpeó al animal con su espada y este lo lanzó contra unas rocas.

Dejé mi corazón en La Tierra Media.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora