Thorin se había pasado la noche pensando en muchas cosas, y había llegado a la conclusión de que estaba furioso y cansado. Deseaba más que nadie matar a aquel dragón, que antaño le arrebató la vida de aquellos a los que amaba. En su cabeza se revivía una y otra vez la mirada de el rey Thranduil, fría y distante. Como si el dolor y el sufrimiento de su pueblo no le importase. Pensó también en su esposa, en lo diferente que habría sido todo si la hubiese encontrado a tiempo. Ese era su gran pesar, cargar con la muerte de sus seres queridos, aparte de con la desaparición de su padre.
El día amaneció lluvioso, así que no pudimos quedarnos mucho más tiempo en aquel saliente. El agua estaba consiguiendo desprenderlo poco a poco. Parecía que la lluvia amainaba su fuerza para el mediodía, y pudimos parar para comer. El silencio era abrumador,pero me daba un poco igual. Desde que me había levantado hasta ahora, la canción del sueño resonaba clara en mi mente. Sentía deseos por cantarla, en serio, me iba a explotar el cerebro o algo.Sin darme cuenta, ya iba cantando la segunda estrofa, y todos me miraban. Seguí, pues no me importaba lo que pudieran decirme esta vez. Necesitaba cantarla y ya lo había hecho, así que por fin abandonó mis pensamientos durante un rato.
Media hora más tarde, las nubes volvieron a ennegrecerse y seguimos un angosto camino por una escarpada pared. Con las fuertes lluvias, y las nubes tapando totalmente el cielo, perdí la noción del tiempo.Solo sabía que estaba harta, la lluvia me caía con fuerza en el rostro y me nublaba la visibilidad.
Iba de la mano de Bilbo, ahora más que nunca, sentía que debía protegerlo. Él insistió en que no era necesario, pero me dio exactamente igual, no iba a permitir que, descalzo como iba se resbalase y se cayese por el precipicio.
-¡Cuidado!-El grito de Dwalin nos pilló a todos desprevenidos, pero enseguida entendimos lo que pasaba.
Una descomunal roca cayo en la montaña, sobre nosotros, haciendo que losfragmentos de la misma cayesen destrozando nuestro camino.
A estas alturas sostenía la mano de Bilbo con tal fuerza, que no sé cómo no se la había roto.
-¡Mirad!-Gritó Balin, para hacerse audible bajo la tormenta. Señaló a la montaña vecina, que comenzó a moverse sola-¡Gigantes de piedra!
El gigante arrojó una roca contra otro, cerca de donde nos encontrábamos. De repente, La pared de rocas se agrietó y empezó a separarse. No pude evitar que un grito ahogado saliera de mi garganta cuando noté que nos movíamos. Estábamos sobre la rodilla de un gigante. Intenté sujetarme a la mano de Fili, que nos gritaba a Kili y a mi, pero ninguno pudimos.
En la pelea que mantenían aquellas colosales criaturas parecía valer todo, pues se lanzaban rocas y se pegaban puñetazos los unos a los otros. La mitad de la compañía que permanecía en la otra rodilla,consiguió ponerse a salvo, pero nosotros no tuvimos tanta suerte.Después de que el gigante de piedra perdiera la cabeza(literalmente) su cuerpo de desplomó contra la montaña y sin remedio nos dimos de bruces contra ella.
Oía lo lejos los gritos de Thorin, llamando a su sobrino, y los de Fili desgañitándose al pronunciar mi nombre. No nos había pasado nada,solo un par de rasguños, y parecía que todo estaba bien, hasta queme di cuenta de que tenía las dos manos libres.
-¿¡Y Bilbo, donde está!?-Estaba completamente histérica, en el choque debí soltarle la mano sin darme cuenta, y quién sabe dónde estaría ahora.
-¡Aquí!-Se oyó al borde del precipicio. Bilbo estaba colgando. Sin pensárselo dos veces, Ori corrió a ayudarlo, pero Bilbo resbaló y estuvo apunto de caerse.
Tan rápido como pude, saqué de mi bolso un pedazo de cuerda élfica,que Nienna me había regalado. Até la cuerda a una roca con un nudo marinero en menos de tres segundos y luego me la até a la cintura.En momentos como este daba las gracias a las largas tardes que pasaba con mi padre aprendiendo cosas como la importancia de saber atar bien un cabo, por ejemplo. Salté y me coloqué a la altura de Bilbo, que hacía el mayor esfuerzo por no caer.
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Dejé mi corazón en La Tierra Media.
Fiksi Penggemar¿Qué harías si por accidente entraras en tu historia preferida y supieras todo lo que va a pasar? Eso mismo le pasó a Leilani, una chica de 16 años normal y corriente que por lazo del destino acabó inmersa en las aventuras de la compañía de Escudo d...