XV

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Llevaba casi una semana en Miyagi, una semana en la que, todos los días sin falta, se había visto con Futakuchi Kenji, podía ser para almorzar, para comer o para cenar, incluso para solo dar una vuelta por algún parque cercano.

—Entonces ¿No vas a venir hoy? – Kenji del otro lado de la línea se notaba ligeramente desanimado – es solo un partido amistoso, pero me hubiera gustado que vinieras

—Lo siento, pero Kino quiere que vayamos a comer y a él no puedo negarle nada – se disculpo mientras buscaba algo de ropa en su maleta

—Si, entiendo, no te preocupes, otra ocasión será – se quedo unos segundos en silencio – ¿almorzamos mañana?

—Claro, yo invito – una suave sonrisa se le escapó

—Perfecto, entonces nos vemos mañana

—Nos vemos – colgó

Se sentía raro, por alguna razón la compañía del castaño se le hacía demasiado cómoda, podían hablar de cualquier tema sin cansarse, los silencios no eran extraños ni incomodos, todo lo contrario, podían simplemente caminar uno junto al otro sin decir ni una sola palabra y aun así disfrutaba mucho esos momentos, sin embargo, esa mañana Kino le había llamado para salir a comer juntos y aquel chico esta por encima de cualquier otra amistad.

Tras perder varios minutos fingiendo que buscaba ropa se dirigió al baño para darse una ducha, aun tenía tiempo de sobra, pero no era muy fanático de llegar tarde a los lugares y prefería tener tiempo de sobra, aunque últimamente estaba teniendo mala suerte para llegar puntual.

Una vez limpio y arreglado se dispuso a salir de casa, falta un rato para la hora acordada pero quizá darse una vuelta por la ciudad no le vendría tan mal, sin embargo, mientras caminaba a la estación de autobús su teléfono comenzó a sonar en su bolsillo

—Hola amigo ¿Qué pasa?

—Uhm, vinieron mis familiares a casa y la verdad veo algo complicado el poder librarme para la hora de la comida – hablaba apenas en un susurro – ya sabes que mis tías son unas locas hostigosas y no me dejan ir

—Oh... ¿entonces? – detuvo su andar

—Mejor veámonos para cenar, oí que van a ir a una reunión en casa del vecino para esa hora

—Si, claro, me parece bien – hizo un leve puchero – nos vemos entonces

—Nos vem... mierda me encontraron, adiós – colgó

Ennoshita devolvió su teléfono a su bolsillo ¿Ahora que hacía? Quizá si se apresuraba llegaría a tiempo al partido de Futakuchi, sin embargo, el camino en autobús era largo, sin contar el tiempo que debía esperar para que llegara el próximo.

Ennoshita devolvió su teléfono a su bolsillo ¿Ahora que hacía? Quizá si se apresuraba llegaría a tiempo al partido de Futakuchi, sin embargo, el camino en autobús era largo, sin contar el tiempo que debía esperar para que llegara el próximo

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Se odiaba, se odiaba mucho, al final había tomado un taxi hasta el gimnasio y le había salido carísimo, pero había conseguido llegar a la mitad del primer set.

El Club Del ChismeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora