Sammy ･:*:･✿ Dҽρɾҽʂʂισɳ/ƚƈα [ChanSung]

𝚎𝚕 ☆𝚒𝚛𝚎 𝚎𝚜 𝚍𝚒𝚏𝚎𝚛𝚎𝚗𝚝𝚎

𓆝
.
𓆝
.
𓆝
.

Se siente molesto.

No “molesto” de “enojado”, sino “molesto” de que molesta.

Habla con Chan por llamada una vez más y de su cabecita no sale esa voz que le repite, una y otra vez, “debe estar harto de ti”. Y no por nada; no es algo que Chan le dé a entender ni algo que insinúe. Es solo que Jisung se da cuenta de que es desesperante.

No tiene cosas lindas para contar; no siente cosas bonitas prácticamente nunca. Se siente muy mal ahora mismo: tiene un resfriado, pero no lo menciona. Incluso si Chan puede darse cuenta, incluso de que llora y ha pasado varios días sin parar de llorar, no es algo que Jisung quiera mencionar. Intenta evitar tocar esos temas. Intenta ocultarlo todo, incluso si ya casi no tiene fuerzas para hacerlo.

Y de pronto ya no sabe si le gusta a Chan o a él solo le gusta quien finge ser para que no lo odie...

— ¿Jisung...? — lo llama bajito cuando lleva un rato sin responder. Quizás piensa que ya está dormido. — Pequeñito... Te extraño mucho. Creo que me hace mucha falta que cepilles mi cabello... y me faltan esos besitos tronados... De esos que le dan los niños pequeños a sus padres; que son tan breves, tan delicados... Tú eres mi pequeñito y realmente siento que te abandoné... Y sé que no tuvo sentido... En verdad no tenía sentido, entonces lo siento mucho, mi amor. Lamento haberte dejado...

Jisung se traga un lastimero sollozo. Se lo traga porque sabe a lo que Chan se refiere; porque sí se sintió como un pequeño niño abandonado, incluso si sentirse así lo hacía sentir más culpable aún, porque sabía que no debía sentirse así... Porque sabía que Chan tenía sus razones para irse, y estaba bien, y lo apoyaba... Siempre lo haría, pero no podía dejar de sentir que lo había abandonado y, el reconocimiento de que era así, quizás lo hacía peor. Aunque el hecho de que Chan lo supiera, que supiera que lo había abandonado, lo hacía sentir asalvo, y no sabía porqué... Quizás porque tenía la ilusión de que volvería por él y lo sacaría de aquel vacío tan profundo en el que sentía que caía poco a poco; tan lentamente que daba miedo.

Hoy no se sentía mejor. Se sentía de la mierda, en realidad. Porque está verdaderamente cansado de su insuficiencia, su cuerpito y sus incesantes pensamientos.

En la cabeza de Jisung, hay tres pequeñas voces que escucha a lo largo de su vida, ante cualquier situación que se presente.

Está Han: al que solía llamar “su razón”; una parte de él intimidante, exigente, perfeccionista y que ocultaba toda su tristeza bajo el enojo que sentía hacia sus demás partes. Han se enojaba y, cuando lo hacía, lo único que quería era dañarlo.

Después estaba Jisung: aquel obsesionado con los extremos. El que lo obligaba a comer mucho y vomitar o no comer; a dormir demasiado o no hacerlo en absoluto. Jisung intentaba protegerlo de la manera que podía, pero salía mal, y por eso las demás partes se enojaban y entristecían demasiado.