Nadie se podía imaginar la inmensidad de su gusto por ella. No solo le gustaba mirarla, necesitaba mirarla. Inconscientemente al salir del parque de skate buscaba su motocicleta por todos lados. No podía disimular el movimiento que hacía su cabeza al buscarla. Era jodida y deliciosamente inevitable, pero era más deliciosa la sensación de encontrarla a los pocos segundos bajando por la pendiente, el sonido de su motocicleta al rugir le daban las ganas de volar en la patineta y caer mil veces.
Él era poco común.