No sabía qué hacer en ese tipo de circunstancias, pero decidió improvisar todo. Era la primera chica que le interesaba, que digamos, le atraía. No podía dejarla pasar así como si nada.
Tenía que hacer algo, la chica ya había girado a verlo.
Su pulso comenzó a latir. No quería fallar de nuevo, pero prefería fallar por haberlo hecho, que fallar por no haberlo hecho.
Ella lo miró desconcertada.
Él la besó. Como si fuera un cuento de hadas, y ella, su princesa. Sabía que al día siguiente no importaría, tal vez nunca la volvería a ver.
Él era poco común.