II. Ella. (carta perdida)

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Desde aquél día nada volvió a ser igual.

Todo en ti me cautivó.

Aquella manera en que amabas patinar, esa forma tan perfecta de hacerlo, cuando te vi patinar fue como ver a una estrella fugaz. El sol se reflejaba en lo perfecto de tu andar, tu velocidad, tus ganas. Tus caídas, tus victorias, todo en una sola tarde. La manera en la que hablabas de tus sentimientos, la manera en la que fumabas. Todo en ti, tus rasgos, tu sonrisa, tus ojos. Lejos de tu aspecto... fue tu forma de hablar. Fueron mis intensas ganas de probar tus labios malditos. Tanta tentación....

Esa manera en la que apartabas la vista cuando mi mirada se clavaba en la tuya.

Y cuando volvías a echar un vistazo para comprobar que seguía mirándote.

Tu positivismo ante la cruel realidad.

Tu manera de amar el arte.

Todo, absolutamente todo, me pareció más que perfecto.

Tu palabra hizo que tu físico fuera irresistible ante mis ojos.

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