II. Él.

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Él era poco común. No le decía cosas bonitas, ni la mimaba, ni siquiera la volteaba a ver. Él no necesitaba mirarla, pues su rostro era lo único que veía en sus noches de insomnio, no la mimaba porque sabía que si lo hacía jamás podría detenerse, y no le decía cosas bonitas porque no alcanzaban las palabras para describirla.

En cambio sólo le lanzaba miraditas fugaces.

Ella entendería el mensaje.

Poco comunesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora