Capítulo 1 - Un año

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El lugar está lleno de gente, no acostumbro a venir a sitios como este pero hoy. Quiero dejar de ser yo para convertirme en una persona con una vida normal. Ni mi ropa ni todo este maquillaje son parte de mí todos los días. Pero esta noche, quiero disfrutar.

—Quiero una de estas—digo refiriéndome a la bebida frente a mí.

Bebo unas cinco de estas y comienzo a caminar por el lugar. Todos van de un lado a otro, bailan, ríen, se besan. Yo paso de largo sin que nada llamé mi atención. Muevo mis caderas al ritmo de la música y alguien se pone atrás de mí y comienza a bailar conmigo. Estoy a punto de alejarlo cuando recuerdo a lo que he venido a aquí.

A olvidar.

—¿Cómo te llamas?—pregunto, al menos quisiera saber eso.

—Soy Jax.

Su nombre se graba en mi mente a fuego lento, esa noche yo no era yo y no imaginé conocerlo a él.

Giro sobre mis tacones para verlo de frente. Es muy guapo, su piel morena es tan sexy a la vista, su rostro es hermoso y sus labios siento como si me llamasen.

—Eres hermosa—su voz es tan masculina.

Acerca su rostro a mi cuello, proporciona un beso justo allí donde se encuentra mi marca de nacimiento y después sube y acerca sus labios a los míos.

Yo a pesar de ser un completo extraño, necesito de esto así que lo permito.

Él besa mis labios con delicadeza hasta que el beso se vuelve más sexual. Nunca había sentido esta mezcla de sentimientos, nadie nunca me había besado de tal manera que aturdiese mis sentidos.

—Debo irme—digo rompiendo el beso.

—No no te vayas. Eso fue...

No espero un segundo más y salgo corriendo. Posiblemente él se encuentre tan ebrio que no recuerde nada de lo que pasó, o tal vez es algo común en su rutina. Sólo sé que fue una mala idea, que las cosas no se arreglan así.

Jax...ese nombre me perseguirá...

Esto pasó hace meses y tal como lo pensé sucedió, no podía dejar de pensar en esa noche y en ese hombre que con un beso me desarmó.

Nunca esperé volver a verlo por segunda vez pero lo más triste de ese encuentro es que él no me recordó. Fue otra casualidad del destino que aunque yo no crea en ellas, sucedió.

Cuando lo ví entrar en la casa de mi amiga Victoria no lo podía creer, al principio no lo reconocí hasta que me acerqué y me presenté. Esa noche estuvo haciendo bromas e intentando algo conmigo. Él es un mujeriego en toda regla, no me recuerda pues yo fui sólo una más. Me negué a seguir recordando a un hombre que sólo me había demostrado ser un patán mujeriego de lo peor. Pero había hecho mella en mí, siempre acompañaba mis pensamientos aunque quisiera odiarlo.

—Señorita Ámbar, es hora.

La única empleada de la casa me avisa de que el momento ha llegado. Entro en el despacho de mi padre donde será la lectura del testamento.

—Bien, ahora sólo queda esperar a las dos personas por las que hemos hecho esto tan largo.

—Han pasado meses desde que murió mi padre, ya deben olvidar a Teresa, ella no vendrá, fue una mala agradecida no entiendo porque el viejo la incluyó en el testamento.

Mi padre, Frank, destila todo su veneno. No le importó la muerte del abuelo, sólo lo que podría sacar de allí. Él y mi abuela, Érica, sólo son unos interesados. A diferencia de mi madre Ana que realmente quería a su suegro y de su esposa, mi abuela de crianza, María, que amaba a su esposo.

Lo prohibido detrás de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora