Capítulo 3 - ¿Y sí esa mujer fuera yo?

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La tienda está repleta de cosas. Quiero comprar juguetes, ropa y alimentos.

—¿Qué está buscando señorita?.

—Quiero comprar de estos carros y de estas muñecas, pero que todos sean diferentes. Ninguno mejor que el otro.

Salgo de esa tienda y voy al coche a llevar los juguetes, luego busco ropa y zapatos para llevarles.

Ahora con la herencia, todos debemos compartir el dinero pero yo lo uso de mi tarjeta. No suelo comprar nada para mí. Prácticamente nunca necesito nada, estos niños lo necesitan todo.

—Gracias—digo recibiendo mis últimas compras.

Después de manejar por las calles de la ciudad llego a la casa y comienzo a subir las bolsas a mi cuarto. Perdí la cuenta de todas las veces en la que baje y subí las escaleras.

—Según tú no comprabas nada.

Jax hace su aparición frente a mí en shorts sin camiseta, recién bañado por segunda vez.

—No son para mí—cierro la puerta de mi cuarto y me quedo en el pasillo.

—No imagino un hombre que pueda aguantarte...

—Eso no es problema tuyo. ¿Terminaste lo que ibas a hacer?.

—Claro, estoy en busca de una persona. Cosas privadas.

—Vale—comienzo a caminar dispuesta a dejarlo ahí hablando solo.

—Ámbar.

—Jax.

—La educación es primordial así que, buenas noches.

—Adios.

Ahora sí bajo las escaleras lo más rápido que puedo lejos de ese hombre del demonio...

—¡Lulú!.

—Mande señorita.

—Lulú que tenemos la misma edad. Ya compré todas las cosas para los niños, mañana iremos.

—Como usted mande seño...digo, Ámbar.

—Perfecto Lulú. Nos vemos mañana.

Subo las escaleras hacia mi cuarto. Lentamente me quitó la ropa y me quedo en ropa interior, justo al lado de mi pared está ese hombre...Jax... Justo a unos metros de mí tan cerca y a la vez tan lejos. El hombre que no sabe quién soy, para quién soy irrelevante...

Pensando en ello me quedo dormida.

***

Me levanto muy temprano como de costumbre cuando el sol asoma por mi ventana. Tomo un delicioso baño y voy a mi closet a buscar ropa para ponerme.

—Voy a ver unos niños no puedo ir con lo habitual...—pienso en voz alta.

Tengo una extravagante cantidad de ropa a pesar de que sólo uso una parte de ella. Me decido por un pantalón blanco y una blusa corta con una chaqueta de mezclilla.

—Algunos niños son sensibles al aspecto de las personas—me observo en el espejo—Así que si me ven así, sencilla con una ropa que no sea oscura. Pues la cosa funcione.

Agrego un poco de rímel a mis pestañas y algo de base para las ojeras. Y recojo mi cabello en la coronilla de mi cabeza. Para el calzado uso unas sandalias.

—No me veo nada mal...

Tocan a mi puerta.

—¡Pase!

Lo prohibido detrás de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora