Capítulo 3: Soy amigo de la Tiane

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- Ven, seguime - susurró.

Pero no era la voz de mi hermano.


Leo's POV

Me separé del grupo antes que mis compañeros, diciendo que unos amigos de Chile me estaban esperando en la recepción. Solo iba a bajar para conversar con ellos un rato y luego volvería antes de subirnos al bus. El profe Quintero no me puso problema.

Me sentí ridículo cuando me escondí en el baño para cambiarme de ropa y ponerme la camiseta de Chile. Encima de eso me puse un polerón y un gorro que me tapara el pelo, tenía que parecer un hincha más.

Salí a tomar colectivo. La locura por el arengazo de la Selección Chilena femenina me ayudó a pasar inadvertido. 

- ¿Usted también es hincha, amigo? - me preguntó el colectivero cuando vio mi camiseta.

- Sí, pero me fue mal - me reí recordando a la niña que conocí en el pasillo - no me pude acercar a la Tiane.

- A lo mejor en el estadio le va mejor - respondió.

- Sí - asentí - para allá vamos.

No me iba a quedar al partido, nunca tan weon, ya era muy peligroso estar acá solo. Si me pillaban y había alguien del colo me iban a hacer mierda. Si me pillaban y había alguien de la u también me iban a hacer mierda. Si me pillaba alguien de la Cato... bueno, a lo mejor no me iban a hacer mierda pero sí me iban a mirar feo.

Así que había que hacer esto rápido.

Me metí por la parte de atrás del estadio, ahí donde esperan los choferes de los buses a que termine el partido. Había jugado aquí otras veces, y siempre teníamos que salir por acá así que me conocía el camino.

Avancé con tranquilidad, nadie me estaba viendo.

- ¡Oiga, no puede pasar! - me agarró un guardia.

Cerré los ojos, ¿de dónde salió? Si según yo estaba solo.

- ¡Carnet de identidad y entrada! - insistió.

Tragué saliva. Yo no quería llegar a esto.

Me di vuelta de espacio y me saqué el jockey con cara de weon.

- Amigo, calmao - susurré - soy Leito Gil.

Eso fue suficiente para él.

- Pero Leito - me apartó de la gente y me volvió a poner el gorro - ¿qué hace usté acá? Si le dijimos la profe Quinteros que no pueden llegar hasta las 8.

- Shh, tranquilo, escúchame - miré a todos lados, nervioso - es que ya tengo hablado con una de las chiquillas de la Selección que me pidió la camiseta, pero no sé cómo meterme a los camarines, ¿me puede ayudar?

El guardia no estaba del todo convencido.

- Ya, pero... - miró por encima de su hombro - tienes que esperar a que termine el partido, por mientras te puedes quedar en la salita de prensa y cuando yo te diga, te meto a los camarines.

- ¡Grande compadre! - le di un golpecito en el hombro, revisé mis bolsillos a ver qué podía regalarle - tome, por su ayuda.

Tenía la camiseta del Colo amarrada a la cintura. Tenía que ponérmela antes de volver con el grupo pero puta, más que mal el compadre me había creído la mentira y me estaba ayudando a colarme en los camarines de las chiquillas.

Esto no podía ser más funable.

El Colorado Gil funado, ahí sí que queda la grande.

El guardia me dejó instalado en un la salita, me ofreció un café pero no podía tomar nada antes del partido. Me dijo que iba a venir a buscarme cuando terminara el partido. 

De la misma hinchada (Leonardo Gil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora