Capítulo 22: El fútbol es plata

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Rosario's POV

Lo esperaba impaciente, pegada a la ventana. Mi mamá afanaba en la cocina haciendo canapés mientras que mi papá decoraba el living con girnaldas. El Santi era el último en bañarse, quería bajar fresquito y perfumado para cuando llegaran sus invitados.

Sostenía la carta contra mi pecho. La había leído mil veces, esto no podía ser un sueño, ¿verdad? Leo tenía que aparecer.

Hace algunos meses, una de sus cartas decía que por favor no le hablara a su número de celular. Me contó que se lo habían intervenido y que lo único más privado era enviarnos cartas por correo. Sin embargo, esta era una situación desesperada, así que me atreví a escribirle un mensaje.

Leito, vas a venir, ¿verdad?

Lo prometiste.

No hubo respuesta, ni siquiera un "en línea", nada. En eso llegó la abuela, algunos primos y otros amigos de mi hermano. Mi papá me llamó para que nos sentáramos a la mesa, yo quería pedirle que esperáramos un poco más, que todavía podía llegar alguien, ¿pero qué podía decir? ¿"Invité a un futbolista de Colo Colo para que te viniera a saludar"? ¡Nadie iba a creerme! Sobre todo si el tal por cual no llegaba nunca.

En eso sonó mi teléfono, acabando con todas mis esperanzas.

¿Rosario, eres tú?

¿De qué estás hablando? 

¿Ir a dónde? 

- Rosario, ya pues - insistió mi papá, sacándome de mi aturdimiento - están todos esperándote.

- Es que falta alguien... - dije con un hilo de voz, totalmente perdida.

- ¿Estás esperando a alguien? - preguntó mi hermano levantándose de la mesa.

A mí se me llenaron los ojitos de lágrimas, ganándome una mirada de lástima de parte de mis primos. ¡Me había esforzado tanto para que esto saliera bien! De verdad quería que conociera a su ídolo como regalo, yo solo quería hacerlo feliz.

Estaba a punto de decirle "no, me equivoqué, perdona", cuando la puerta se abrió de golpe.

- ¡Hola! Me dijeron que había un colocolino de cumpleaños, ¿es acá?

Mi familia se quedó muda, yo no podía mover ni un músculo de la impresión. Sus ojos cafés se encontraron con los míos y me dedicó una sonrisa. Mi papá fue el único que reaccionó y se acercó a recibirlo, traía una caja de fernet en las manos.

- Pablo Solari, un gusto - se presentó.

Me giré para mirar a mi hermano, que ya empezaba a dar pequeños pasos hacia él. Solari lo esperó con los brazos abiertos.

- Tenés una hermana que te quiere mucho - le dijo al oído - feliz cumpleaños, Santi.

Eso fue suficiente para romper el hielo. Inmediatamente después, cada integrante de mi familia se paró para darle un abrazo, todos eran del Colo y tener al Pibe ahí era lo máximo. Mi papá le fue a buscar una silla y mi mamá le ofreció de todo lo que había para comer. Él era muy educado y amable con todos.

Excepto conmigo. Yo me había quedado de pie junto a la ventana, con el cuerpo inmóvil y mil preguntas dándome vueltas. ¿Cómo supiste que hoy era el cumpleaños de mi hermano? ¿Cómo llegaste? ¿Dónde está Gil y por qué no se acuerda de lo que prometió? 

Me dedicó una mirada de "puedo explicarlo todo" pero estaba completamente invadido por mi familia. Se sacaron fotos, firmó todo lo que se podía firmar incluyendo la frente de mi hermano, hasta mi abuela estaba vuelta loca por él.

Nadie quería irse pero ya era muy tarde. Mi mamá ofreció preparar una habitación para Solari, diciendo que era peligroso que anduviera tan tarde en la calle, pero él insistió en que se estaba quedando en un hotel cerquita y que yo lo podía ir a dejar. Cuando le preguntaron por qué había venido al cumpleaños del Santi, él solo respondió que yo lo había contactado por instagram y a él le pareció conmovedor.

Solari se despidió de mi familia y yo lo esperé en la puerta, sin saber por dónde comenzar a interrogarlo. 

"Quizás debería agarrarlo a chuchás primero", pensé, entonces él me puso su chaqueta sobre los hombros y tiró de mí para que nos alejáramos de la casa. 

Pensé en gritarle, en exigirle que me dijera qué mierda estaba pasando, pero no soportaba más emociones y no quería armar un escándalo. Allí, en la oscuridad, Pablo Solari era un chico común y corriente que venía a visitar a una amiga.

- ¿Qué pasó? - pregunté después de un rato, sin alzar la voz.

Él dudó un poco, ahí supe que había sido una cagá grande.

- ¿Por qué Leo no pudo venir? - guié la conversación.

Solari se sentó en la vereda y me invitó a acompañarlo, agachó la cabeza y suspiró.

- Porque no le dije que hoy era el cumpleaños de tu hermano...

- ¿Qué? - dije con un hilo de voz.

¡Tantas cosas pasaban por mi cabeza! ¿Cómo había tenido acceso a esa información? ¿Por eso Gil se había hecho el desentendido? ¿Qué más sabe? ¿Cómo llegaron mis cartas a sus manos? ¿Acaso él...?

- Yo sé que en este momento te debo una explicación - me tomó la mano - pero hay cosas más importantes. Se quieren llevar a Leito de Colo Colo, tenía que advertirte.

Doble shock. Todavía no entendía porqué Solari había recibido mis cartas, pero de cualquier forma, ¿eso significaba que Leo no sabía nada de mí en este último tiempo? Debe pensar que lo olvidé, que no le quise responder. Sentí que me ahogaba y empecé a llorar.

- ¿Por qué? - reaccioné - ¿a dónde?

- Le hicieron una oferta desde Arabia Saudita - respondió, confundiéndome más.

- Pero... - intenté calmarme - pero él puede decir que no, ¿verdad? ¿Para qué querría irse tan lejos?

Solari se agachó frente a mí para secarme las lágrimas.

- Rous... Tenés que saber que no somos dueños de nuestras vidas. Valemos por el precio que nos ponen. Si en Colo Colo piensan que el pago es suficiente, van a hacer el traspaso. Nadie tiene un puesto asegurado aquí.

Noté que él también temblaba.

- A Falcón lo están llamando de Uruguay, a Lucero lo esperan en Brasil, y a mí... - se le quebró la voz - Quinteros está tratando de no contestar el teléfono, pero la plata es lo que mueve al fútbol.

Escondí la cara entre las manos, esto era demasiado para mí. 

- No sé qué está pasando entre vos y Leo - me dijo - pero creo que deberían arreglar las cosas antes de despedirse. 

"Despedirse". Esa última frase me rompió el corazón. 

Solari buscó esconder su cara en mi hombro y supe que él también estaba llorando. 

Mi Leito Gil, ¿qué habrá sido de ti todo este tiempo?

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Siento que está tan la cagá, que si yo fuera la Rous no sabría porqué enojarme primero.

¿Qué procede?

a) Putear a Solari porque se hizo pasar por Leo.

b) Llamar a Leito de inmediato para pedirle perdón y decirle que todavía lo amo.

c) Acosar al profe Quinteros para que no se vaya nadie.

d) Pedirle a Falcón un consejo.

De la misma hinchada (Leonardo Gil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora