Capítulo 17: Los amigos se tapan mentiras

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Después de un rato, me cansé de saltar y me dejé caer en la cama. 

- ¿Deberíamos pedir que traigan el desayuno? - propuso Lucero mirando su reloj.

Yo me encogí de hombros. 

- Espera un momento - les dije - ¿cómo fue que llegamos aquí?

Esa era una gran pregunta. De momento sabíamos que todo comenzó celebrando mi cumpleaños en un café, luego Lucero trajo el fernet y nos curamos, obvio, después se nos perdió el auto, fuimos a jugar a la pelota y... Despertamos aquí.

Falcón se tomó un momento para revisar su teléfono otra vez, encontrando nuevos videos.

Ahora aparecíamos en la recepción del hotel. Solari dormía raja en un sillón mientras que con Leo estábamos más prendidos que la cresta, él me enseñaba las canciones que cantan los argentinos en el estadio cuando juega su selección, y yo las cantaba a todo pulmón. Lucero, como siempre, era el que grababa.

Peluca se aclaró la garganta e hizo un esfuerzo por parecer un adulto responsable.

- Buenas noches - dijo - necesito una habitación por favor.

- ¿Para cuántas personas? - preguntó la recepcionista mirándonos con cara de odio por todo el desorden que estábamos causando.

- Eh... - Falcón nos miró y empezó a contar - uno, dos... Dos adultos - por él y Lucero - dos niños - por mí y Leo - y... eso nomás.

Gil se dio cuenta y fue a pararse junto a él para pegarle un codazo.

- Pero te falta el Pibe - señaló.

Ante eso, Solari pareció despertar por un segundo para gritar "sí, falto yo", y luego volvió a quedarse raja.

Maxi se hizo cargo de su error:

- Tenés razón, disculpa. Serían dos adultos, dos niños y una mascota, gracias.

A continuación venía una discusión entre el Peluca y Leo, donde Gil reclamaba que por muy inquieto que fuera Solari no podías tratarlo como mascota, y Lucero no hacía más que reír.

- ¿Todos juntos? - preguntó la recepcionista con cara de desconfianza.

En ese momento creo que ninguno estaba muy sobrio que digamos porque Peluca dijo que sí sin pensar.

La señorita nos acompañó hasta la puerta, donde nos esperaban dos camas matrimoniales y un sillón para la mascota. Lucero y Falcón bajaron hasta recepción para ir a buscar al Pibe, por tanto, me quedé sola en esa habitación con Leo Gil.

Pese al alcohol, era un poco incómodo. Miré las dos camas y me di cuenta de que sí o sí iba a tener que dormir con uno de los muchachos. No me malentiendan, todos son bastante guapos y tal pero, de ahí a querer tener más intimidad con uno de ellos... No sé, me perturba.

Leito me leyó la mente y me tomó de la mano para llevarme hasta la cama.

- Tranquila. Esta cama es para ti, ¿vale? Peluca y el Gato pueden dormir en la otra, no sería la primera vez, Solari se queda con el sillón y yo... - miró a todos lados buscando un lugar para dormir, pero terminó tomando una almohada y acomodándola en el piso - y yo puedo dormir aquí, ¿te parece bien?

Pucha no po. No quería que durmiera en el suelo pero tampoco quería que durmiera conmigo. Sin embargo, él todavía me sonreía.

- Está bien para mí - insistió - de verdad.

Miré nuestras manos unidas y supe que si un chico estaba dispuesto a eso por mí, es porque seguramente me quería mucho.

- Vale - acepté - ¿quieres una frazada o algo?

De la misma hinchada (Leonardo Gil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora