Capítulo 1: El arengazo

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La camiseta se deslizó sobre mi piel. Me la puse con cuidado, la había tenido guardada durante meses en el empaque original esperando la oportunidad de poder usarla. 

Cuando Chile quedó fuera del Mundial todos pensaron que el fútbol se había acabado, que no íbamos a tener más partidos que un par de amistosos por ahí a la hora del pico. Pero estaban muy equivocados. Mi Rojita querida, liderada por la mejor arquera del mundo, tenía dos partidos amistosos antes de meterse de lleno en la Copa América de Colombia 2022.

Estiré los bordes de la camiseta para asegurarme de que no se arrugara y me miré en el espejo: Mi buzo negro de Adidas y la camiseta de la Selección.

"Con este outfit me caso", pensé. 

- ¡Ya po, Rous! - me gritaron de abajo de la escalera - ¡Apúrate!

- ¡Ya voy! - grité de vuelta, me puse el jockey y revisé que llevara los documentos en un bolsillo. Bajé rápido para encontrarme con mi hermano - Ya estoy lista, vámonos.

Mis papás estaban terminando de levantar la mesa, eran cerca de las 3 de la tarde. Con mi hermano mayor habíamos calculado que si el partido era a las 6, las chiquillas tenían que ir saliendo del hotel tipo 4, entonces nosotros teníamos que estar ahí poco antes de las 3 y media.

- ¿Llevan plumón? ¿Documentos? - preguntó mi papá, dándonos luca a cada uno para el pasaje del colectivo.

- Sí - respondí segura, lo había revisado varias veces.

- ¿Y tú, Santiago? - lo miró a él, que se estaba arreglando en el espejo del living.

- Se lo pido a la Rous.

"Txoaa, eri barsa", quise decir, pero tenía que buscarle la buena porque él era el único que me podía acompañar.

El muy desubicado andaba con la polera del Colo, pero con que me llevara a ver a las chiquillas no le iba a pedir más.

- Ya, mis amores - mi mamá nos salió a despedir a la reja - no se separen.

Nos dio un beso a cada uno.

- No le quites los ojos de encima a tu hermana - insistió y luego me habló a mí - Y tú haz todo lo que te diga el Santi, ¿bueno? 

- Sí mamita - le sonreí - gracias por darme permiso.

Aquí no había nada que reclamar. El Santiago siempre iba a los arengazos del Colo, andaba metido entremedio de las bengalas, agarrándose a codazos con los hinchas, ahí donde las papas queman.

Y sinceramente... Yo no vengo a hacerme la chora en esto, así que le voy a hacer caso en todo nomás, él sabe qué hacer.

Caminamos hasta la esquina para tomar colectivo, me giré para mirarlo y tironear de la manga de su polera.

- ¡Qué emoción! - me paré de puntitas - Ojalá podamos ver a alguna de las chiquillas, ¿te imaginai puedo estar cerca de la Tiane? Sacarme una foto con ella...

- Ojalá po - respondió sin mirarme - eso sí, conste que yo te acompaño pa ver a los del Colo, ni ahí con las chiquillas.

Resulta que el equipo de mi hermano jugaba después del amistoso femenino, así que se estaban quedando en el mismo hotel. La idea era llevarme al arengazo y de paso que él se pudiera colar para saludar a esos simios.

- Txoaaa, que erí pesado - lo molesté - si todos sabemos que encontrai linda a la capi y estai picado porque es lesbiana.

Ya, hasta ahí nomás, tampoco lo quería hacer enojar mucho.

Llegamos al hotel y habían con suerte 10 personas afuera. Eso sí, no nos dejaron entrar.

- Esperemos un poco más - me animó, pero no se notaba muy convencido.

De la misma hinchada (Leonardo Gil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora