9

477 29 256
                                    

𝐇𝐚𝐛𝐢𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐛𝐞𝐛𝐞́


Mycroft tiene cinco meses de embarazo y aunque fuera de casa no lo diga ni lo demuestre está bastante emocionado, siendo Greg el único que puede verlo abrazar las mantas de bebé que compró por internet con ilusión, leer libros sobre niños todas las tardes o hablar de  las cosas que le comprará a su bebé cuando nazca. Greg está tan feliz de ver a su esposo así.

Un día Mycroft se levanta temprano y de buen humor porque no hay náuseas ni vómito, así que desayuna lo que Lestrade le prepara y luego simplemente camina de vuelta al piso de arriba donde están los dormitorios y abre la puerta del cuarto alado del suyo, es simple, tiene una cama, un ropero, un espejo, una mesa de noche y un baño, pero es amplio y cálido por la ubicación de las ventanas. Mycroft visualiza con esmero una habitación para su hijo pintada de colores pastel, dibujos tiernos, con una cuna bonita y un móvil de peces que de vueltas y toque la canción más tranquilizadora del mundo. Está tan sumergido en esas imágenes mentales que se estremece cuando Greg toca su cintura volviéndolo a la realidad.

—¿En qué piensas Myc?

—Que este sería un cuarto perfecto para nuestro bebé

—Es muy grande

—Bueno, el niño no será eternamente pequeño

—Tardara en crecer

—Pero me gusta este espacio para él

—Lo se amor, mañana empezaré a sacar las cosas para que diseñes algo lindo

—Te amo mucho Greg

—Yo también te amo cariño

Al día siguiente como Greg prometió saca todo y lo pone en otra habitación por el momento, Mycroft por otro lado se dedica a comparar colores para las paredes con muestras de pintura que Anthea le mandó a su laptop, imprime algunas imágenes que le gustaría dibujar el mismo y busca cunas y muebles para bebé. Una semana después con todo comprado y listo para usarse Greg comienza a pintar lo que puede del cuarto, con Mycroft ayudándolo en lapsos cortos de tiempo por el olor a pintura claro. Al final resulta ser un trabajo realmente cansado que no pueden terminar solos así que Holmes prefiere contratar gente que lo haga por ellos. Con la habitación pintada en tonos suaves de azul y beige y la pintura ya seca Mycroft empieza a hacer bocetos en la paredes.

Mycroft está vestido con un pantalón de vestir azul y una camisa un poco vieja, Greg lo observa a la mayor parte del tiempo sentado detrás de él, está ahí con su esposo para brindarle su ayuda si llegara a necesitarla, pero la verdad es que no demasiado, Mycroft es un artista maravilloso, tiene un pulso firme y tan perfecto que podría hacer una línea recta de 90° con lo ojos vendados y esa es otra cosa que ama de su él. La creatividad y el talento de Mycroft van más allá de dibujos infantiles sencillos recae más en los retratos, tiene algunos cuadros guardados en su estudio y aunque no dibuja muy seguido, cuando lo hace suelta su alma, es como si Mycroft viviera para crear arte y no para ser político.

—Espero que el niño crezca con el mismo interés y amor por el dibujo que tú

—¿Si?

—Si, imaginarte a ti enseñándole como usar todas esas cosas que usar para hacer tu arte me causa mucha ternura

—No soy tan bueno, dudo ser un maestro competente

—Lo eres, eres espectacular

—Estas exagerando

—Claro que no amor

Mycroft sonríe con el rostro un poco sonrojado y camina con pasos pequeños hasta llegar a Greg y abrazarlo, hay tantas emociones positivas corriendo por si cerebro en se momento, los elogios de su pareja y la idea de un niño con quién compartir sus gustos, hacen que el mundo se detenga solo para permitirle un guiño de perfección.

Al final del día hay un hermoso diseño de osos que parecen muy afelpados en cada pared sosteniendo paraguas morados, rosas o amarillos y algunas estrellas pequeñas están para decorar.

Al día siguiente Greg mueve la cuna, es blanca, de madera, tiene barrotes altos y un grabado que dice "Holmes-Lestrade" pintado con color oro, también mete un mueble café mediano para la ropa, una mesita de noche, lámparas y otras cosas que Mycroft se encarga de acomodar tratando de no cargas cosas muy pesadas, cuando todo está en el lugar que le corresponde Mycroft corre hasta su cuarto, se inca en el suelo y saca de debajo de su cama una caja sellada, la abre y con toda la delicadeza del mundo toma entre sus manos un móvil con sonido muy hermoso, los brazos que sostiene las figuras son brillantes, lo hilos que cuelgan se ven perfectamente entretejidos y sostienen con firmeza pequeños peces de diferentes tamaños, Mycroft lo acaricia y lo mira con nostalgia esperando que su bebé lo ame tanto como él. Mycroft nunca tuvo un móvil pero recuerda que Sherlock si, adoraba la tonada que sonaba cada vez al girar pero nunca lo admitiría por la vergüenza que en ese entonces le ocasionaba querer un juguete para bebés teniendo el siete años ya.

—¿Quieres que lo ponga a la cuna Myc?

—Si, por favor

—Es muy bonito, vamos amor te ayudaré a levantarte

Greg lo ayuda a ponerse de pie y juntos regresan poner el móvil so re la cuna. Mycroft camina hasta el marcó de la puerta y observa todo desde ahí, lleva sus manos a su boca con emoción y suspira satisfecho.

Un mes después Mycroft cree que es mejor si el niño duerme los primeros meses en su cuarto con ellos y obliga a Greg a mover la cuna de nuevo. Su hijo tendrá tiempo para disfrutar de su habitación para el solo, pero por el momento Mycroft se siente demasiado protector como para imaginarlo durmiendo solo.

Agosto M-preg (Mystrade)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora