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𝐂𝐨𝐣𝐢́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐜𝐭𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚

El cojín de lactancia es un accesorio de diferentes formas y longitudes, y con rellenos más o menos rígidos, que está diseñado para soportar mejor al bebé y colocarlo en la postura correcta de amamantamiento.

(Si necesitas una imagen de referencia puede ir al final del capítulo)

El realidad Greg lo compró antes del nacimiento de sus gemelas Alice y Eliza, Mycroft tenía demasiados problemas para dormir con el vientre obviamente más grande que lo de un embarazo unitario así que pensó que un cojín grande como los de lactancia podría ser de ayuda para su esposo durante las noches, sin embargo ayudó un poco en ese momento y sirvió más cuando las niñas ya estaban en su brazos.

Es difícil atender un bebé pero dos que lloran y exigen lo mismo al mismo tiempo a todas horas es más que agotador. Las gemelas perecen estar conectadas entre si o al menos de esa forma bromea Greg, una sabe que la otra está despierta, se ponen de acuerdo para gritar juntas y hacer el doble de ruido que es seguro que se escuche incluso en la casa de a lado. Mientras ellas hacen su espectáculo de lágrimas los brazos de Mycroft sufren cada vez que intenta atender sus necesidades, esos sucede solo un tiempo hasta que recuerda el cojín de lactancia que Greg le compró, esperando que eso lo haga cansarse menos Mycroft lo busca en su armario, lo encuentra y a partir de ahí empieza a usarlo de forma regular.

Mycroft se sienta en su cama y pone el cojín blanco al rededor de su cintura, luego Greg le entrega a una de sus hijas quien se acomoda perfecto en la suavidad del objeto, ahora ella está elevada a la perfección para comer sin necesidad de que Mycroft la cargué, después le da a la otra niña y las dos pueden empezar alimentarse de la leche de Holmes tan cómodas como se lo merecen.

El cojín resultó ser una pequeña bendición cuando Mycroft se ve obligado a volver al trabajo por una sola ocasión en la que al parecer su presencia es urgente, como no ha dejado de amamantar tiene que llevarse a las niñas consigo; será un día un poco largo. Greg lo deja en el trabajo, lo ayuda a bajar, a acomodar la carriola y a llevar la pañalera dentro del edificio en donde trabaja hasta su oficina, estando ahí Greg se despide de él con un abrazo, un beso y un preocupado "Llámame por cualquier cosa que necesites" Mycroft le da las gracias y le asegura que todo estará bien. Ese mismo día antes de entrar a la reunión por la que principalmente está ahí, Eliza estornuda y comienza a llorar por el mismo ruido que la ha asustado, Alice la mira sin entender nada, mira a Mycroft y extiende sus manos antes de hacer un mohín molesto y llorar también, ahora Mycroft tiene a dos pequeñas llorando, seguramente, por razones diferentes, algo que puede estresarlo más de lo que le gusta admitir.

—Eliza amor... —Corta la voz para sacar de una de las bolsas de la carriola un juego de llaves de colores para bebés y dárselo —Ven aquí Ali — Dice para tomarla en sus brazos y pasearla por el lugar susurrando canciones de cuna

Cuando ambas parecen no querer dejar de llorar después de cuatro largo minutos Mycroft comprende que una de sus hijas llora por hambre y la otra porque quiere ser cargada y mimada como su hermana después del desagradable estornudo. El hombre deja a la niña devuelta en la carriola, se sienta en su amplia silla, toma el cojín que estaba colgado de la correa de la pañalera, lo acomoda al rededor de su cuerpo y ahora puede amamantar a Alice mientras también intenta tranquilizar a Eliza, ellas se calman casi al momento que obtienen lo que quieren y la cabeza de Mycroft descansa un poco de tantos gritos. Cuando cree que ambas están satisfechas las acuesta no sin antes ponerles el cojín como una almohada, poco después regresan a dormir como si nunca hubieran llorado y fueran los seres más silenciosos del mundo. Eso merece un a foto, Mycroft toma más de cinco y se las manda a Greg esperando poder calmar un poco sus inquietudes de esa mañana sobre si estaría bien con las gemelas mientras trabajaba.

La reunión laboral en la que la participación de Mycroft era vital se concreta horas después, de forma exitosa, sin conflictos y con sus hijas portándose cómo verdaderos ángeles tiernos que pueden derretir a los políticos más fríos con una sonrisa.

Meses más tarde cuando ellas crecen un poco y suelen morder sin piedad los pechos de Mycroft, él y su esposo pasan a la opción de darles un biberón, es ahora que Greg puede apoyar en otra cosa más y también empieza a usar el cojín con regularidad, debe admitir que es realmente cómodo y agradece haberse topado con su existencia en internet, así que está pensando en comprar otro y lo hace. Al final cuando sus hijas son demasiado grandes para el cojín, este en lugar de guardarse lo usan como un almohada que ellas abrazan de noche para sentirse más protegidas porque huele a su padres y a ese característico olor a bebé que puede arrullarte en segundos.

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Agosto M-preg (Mystrade)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora