Capítulo 1.

293 20 9
                                    

Desde la ventana del living pudo ver el camión de la mudanza que llegaba junto con un bonito Mercedes Benz color plata, del cual se bajó una chica de cabello negro, piernas largas, piel pálida y labios rosados naturales. La mandíbula de Johnathan, o Johnny, como le decían sus amigos, se desencajó al ver lo mucho que se parecía a ella.

Tenía prohibido recordarla pero lo hacía de todas maneras. Seguía soñando con su rostro y el olor a jazmín de su perfume aún seguía impregnado en su memoria. La extrañaba pero no podía tenerla, nadie podía, salvo en sus recuerdos y sus pertenencias.

Mientras tanto, en la casa de al lado, Jessica Langdon acomodaba algunas cosas y separaba las cajas por sectores a medida que dos hombres, a quienes ella había contratado, realizaban la mudanza.

-Esas cajas dejenlas por allí, por favor.- Sonrió haciendo que ambos imiten su gesto.

Jessica era muy simpática, todo el mundo la quería por su tierna, y a la vez fuerte, forma de ser. A pesar de tener sólo 1.57 m de altura, era muy firme en cuanto a sus pensamientos e ideales. Su apariencia no era de una super modelo, sino que tenía una belleza natural. A sus 26 años, su cuerpo tenía una bonita forma, piernas flacas y largas, ojos verdes, cabello lacio y la más dulce de las sonrisas y, aunque no le gustaba llamar la atención, inevitablemente lo hacía.

Una vez terminada la mudanza, se sentó en la encimera de la cocina, sola. Pensó que quizás era una casa demasiado grande para ella pero, así era como le gustaban.

Había atravesado la peor de las crisis y aún se estaba recuperando. A los 17 años, comenzó a salir con Samuel Pritchett, su compañero de secundaria y mejor amigo. Sam tenía ese don de encantar a la gente con su palabrería y, ni ella, ni sus padres pudieron sucumbir ante él. Cuando estaba en el segundo año de su carrera de periodismo, él le pidió matrimonio y ella no dudó en aceptar. Los problemas comenzaron cuando comenzó la convivencia, al principio fue una pequeña escena de celos por uno de sus compañeros con quien ella debía realizar un proyecto de investigación. Luego, comenzó a enfadarse porque ella no estaba en casa cuando él llegaba de trabajar. Ella no lo engañaba, se pasaba la tarde estudiando en casa de sus padres porque odiaba la soledad. Prefería estar rodeada de los ruidos que hacían sus sobrinos jugando antes que estar sentada en el medio de la sala mientras el silencio la absorbía.

Todo se desmoronó una noche, cuando ella recibió una llamada de parte de Keith, su compañero del cual Samuel sentía tantos celos, confesándole que la amaba. Keith jamás le habría dicho algo así a ella pero ¿Cómo podía controlarse si había tomado media botella de Jack Daniel's solo?

Como consecuencia, Sam tuvo una gran crisis de nervios causada por los celos. La acusó de haberlo engañado y la golpeó hasta casi matarla. Le costaba muchísimo superarlo, acudió a diversos psicólogos y tomó antidepresivos pero, aunque Sam estuviera tras las rejas por violencia de género e intento de homicidio, ella sentía que mientras estuviera cerca de sus pertenencias y su hogar, no podría vivir en paz.

Es por eso que decidió mudarse ¿Y qué mejor lugar que Huntington Beach? Donde había vacacionado junto a sus padres y sus hermanos en aquel verano de 2003.

Desde que ella abandonó Canadá, su personalidad cambió. Jamás iba a volver a dejar que nadie le pusiera una mano encima. La soledad ya no le asustaba, de hecho, la disfrutaba y había decidido que no había lugar para el amor en su vida, sólo se enfocaría en el "HB Journal", diario en el que publicaban sus columnas.

A las 5 de la tarde terminó de acomodar casi todas las cosas que había traído dentro de las cajas. Se sentía cómoda con su nuevo hogar y estaba conforme con el orden que le había dado.

Luego de caminar por las calles cercanas a su casa y comprar los ingredientes para cenar, se dirigió a su casa, se duchó y cocino el guisado de arroz y pollo que tanto le encantaba y que, sólo su madre y ella sabían hacer a la perfección. Se quedó trabajando en una nueva columna hasta las 11:30 y, cuando el sueño apareció, no dudó en acostarse y entregarse a los brazos de morfeo.

Unholy Confessions.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora