Capítulo 25.

60 6 1
                                    

"-Quiero hablar contigo, Johnny. Quiero aclarar esto de una vez por todas. Ven a casa por la tarde, por favor.-" Así decía el mensaje que ella le había enviado por la mañana. Después de haberlo pensado mucho, creía que ambos merecían hablar al respecto con Luke de lo que pasaba entre ellos. El corazón de Johnny saltó de la alegría, al fin podrían estar juntos tal y como ambos querían.

Jessica, por su parte, sentía culpa. No por querer a Johnny sino porque iba a herir los sentimientos de Luke, el hombre que la había esperado durante tanto tiempo y la trataba como a una reina. "Sigues demente, Jessica. Prefieres a un loco antes que a tu novio." Pensó. Sí, lo hacía, todo su ser gritaba "Johnathan Seward" y aunque intentara esconderlo, así eran las cosas.

Luke había salido a correr, tal y como lo hacía todos los días, y ella ya se encontraba ensayando su "discurso". El tiempo corría y no lograba encontrar la forma de decirle a su novio que amaba al hombre que había dejado en California. Cambiaba las palabras, el tono de voz... Pero, aún así, no encontraba la forma de no herir a Luke; dijera lo que dijera, lo iba a lastimar igual.

Un rato más tarde, sonó el timbre. Jessica salió del baño y miró el reloj de la mesita de noche, el cual marcaba las 18:02 p.m. Se había pasado dos horas encerrada, sin darse cuenta, y ahora Johnny se encontraba afuera, en la puerta de su casa, ansioso... O al menos así creía ella.

****

Sí, decir que él estaba ansioso era poco; no sentía esa sensación en el estómago desde que había invitado a Stacy Holmes al baile de graduación. Mirándose en el espejo, mientras rasuraba su pequeña barba en crecimiento, recordó lo inofensivo e inocente que se veía a los 17 años. Entonces enfocó la vista en el espejo y pudo notar cuánto había crecido y cambiado; se veía más hombre y sus vivencias le habían dado cierto aspecto de sabiduría o quizás... Viveza.

Con el optimismo a flor de piel, salió del hotel; el día parecía brillar a pesar de que la nieve cubría todas las aceras y techos de las casas. Pero había algo extraño en el ambiente, algo que lo puso alerta; como si su sexto sentido le estuviera diciendo que algo no andaba bien. Al llegar a la casa de Jessica se dio cuenta de que su instinto le había dado la razón, pues la puerta estaba abierta. Su corazón comenzó a galopar con fuerza; rogaba a todos los dioses que ella no estuviera en casa y que sólo fueran ladrones que habían forzado la entrada, no podía ni siquiera pensar en que alguien le hiciera daño, la sola idea de ello le provocaba náuseas.

Con mucho cuidado, y con el corazón en la boca, abrió la puerta intentando no hacer ruido. El sudor frío bajaba por su espina dorsal; era la adrenalina, podía sentirlo. Sus oídos zumbaban por el silencio y sus sentidos estaban alerta. Parecía que no había nadie así que se adentró despacio en la casa, atravesó la sala de estar y, cuando llegó a la cocina, se quedó petrificado ante el cuerpo inerte y el charco de sangre.

-Mierda.-

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 25, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Unholy Confessions.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora