Capítulo 4.

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Esa noche, al igual que la anterior, Johnny no podía dormir. Había hecho bastante ejercicio durante el día y se suponía que debía de estar cansado pero no era así. En cambio, Jessica se había dormido con facilidad, se había acostumbrado rápidamente a su cama y, al estar tan relajada y tranquila después del calvario vivido con Sam por tanto tiempo, aprovechaba el buen sueño. No fue hasta que sintió una caricia en su rostro que se despertó sobresaltada, mirando a todos lados sin poder distinguir algo fuera de lo normal. Por un segundo tuvo miedo, pensó que quizás Sam había encontrado la manera de llegar a ella pero se reprendió mentalmente, argumentando que él estaba tras las rejas.

En efecto, no era Sam quien había entrado en su habitación sino Johnny. Él sabía que estaba mal lo que hacía pero no podía evitarlo, algo dentro de su mente le decía que debía verla, cuidarla, acariciarla... Y lo hizo. Despertó unos segundos después, dándole, a él, el tiempo de salir de su habitación y escabullirse de su casa por la ventana de la cocina. Ella no sabía si había ocurrido o si lo había soñado pero, de ser así, lo había sentido muy real.

Al otro día salió de su casa, con la misma sensación de que la observaban, y vio a Johnny sacando unas cuantas bolsas de basura. Lo saludó sonriente, al igual que siempre, y recibió una sonrisa que provocó un hormigueo en todo su cuerpo. Él habia decidido que ella no podía meterse en su mente, no la dejaría. Si era necesario, la alejaría o haría todo lo que tuviera a su alcance. Sólo él sabía por todo lo que había pasado, así que no dejaría que ella logre sacar nuevamente "ese" lado de él que tanto detestaba.

-¿Pudiste dormir bien anoche?- Preguntó con consideración, haciendo referencia al insomnio que lo atacaba desde la otra noche.

-La verdad, sí. Bueno, al principio no podía pegar ojo pero luego...- Suspiró al recordarla tan tranquila. -Luego pude hacerlo.- Respondió él con una sonrisa ladeada en su rostro. Ciertamente, luego de escaparse de su casa, logró conciliar el sueño. Pero sólo una cosa lo hizo comenzar el día inquieto, el haber soñado con "ella".

La extrañaba, habían pasado casi tres años desde aquella noche de diciembre en la que todo se desmoronó. Él no pudo evitarlo, se vio forzado a actuar y luego se arrepintió pero, como siempre, era tarde. Lo superó de a poco pero luego, llegó Jessica y cambió la estructura que tenía su mente.

-Te ves bien.- Soltó ocultando su gran interés bajo una mirada de reojo. Esas cuatro palabras tiñeron sus mejillas de color carmesí y la hicieron soltar una pequeña carcajada nerviosa. Lo estaba logrando, de a poco la iba seduciendo e intimidando.

-Gracias, Johnny.- La mirada de ella se desvió inconscientemente hacia el pantalón suelto que se abultaba en los lugares necesarios. -Tú tampoco estás nada mal.- Se abofeteó mentalmente. ¡No era correcto que coqueteara con un desconocido! Menos con uno como él, tan atractivo y peligroso... Bueno, no era peligroso pero lo parecía.

-Gracias muñeca.- Se enderezó y se paró frente a ella. -Debo irme, te veo luego.- Se acercó y besó su mejilla haciéndole erizar la piel.

-Adios.- Suspiró viéndolo entrar en su casa.

-¿Qué demonios me ocurre?- Pensó en voz alta. Negó varias veces con la cabeza y comenzó a trotar para realizar su rutina cardiovascular diaria.

Unholy Confessions.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora