Capítulo 12.

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Al otro día despertó, no sabía cuándo se había quedado dormida pero Johnny se había ido. Se dio una ducha, no sin antes darle de comer a Donnie y hacerle unos cuantos mimos, y caminó hasta la puerta de él para, luego, golpear repetidas veces.

Él estaba en el sofá de su casa, con un vaso de Jack Daniel's en su mano. En cuanto Jessica se durmió, se marchó y encerró en su casa a beber whisky. Se pasó el resto de la noche en vela sentado, con el vaso en su mano, preguntándose porqué le había confesado todo. Apenas la conocía y ya estaba volviéndose loco, no sólo por lo mucho que le recordaba a Lacey, sino por haber logrado que él hablase con ella de ese tema. Ni siquiera sus amigos le preguntaban sobre eso porque sabían que él era una tumba y jamás decía nada sobre eso. Pero luego, llegaba ella y lo leía como a un libro. ¡Eso no era justo!

-Johnny, cariño, soy yo, hablemos.- Su voz lo sacó del trance en el que se encontraba su mente. Pero no quería verla y, mucho menos, hablar con ella. Estaba confundido y temía hacerle daño, además tenía demasiado alcohol en la sangre como para pensar coherentemente.

Resignada, caminó hasta el parque, después de haber estado aproximadamente 10 minutos en su puerta golpeando. Quería hablar con él y decirle que de verdad lo entendía. Quería contarle de Sam y abrirle su corazón tal y como él lo había hecho. Por otro lado, temía quedarse sola de nuevo; Johnny había sacado a flote a la vieja Jessica en unos pocos meses y le había vuelto a desagradar la soledad. Muy dentro de ella, seguía creyendo que Sam la encontraría.

Se pasaron toda la tarde pensando, en lugares diferentes. Aunque ambos pensaban en lo mismo pero ninguno quería afrontarse a la idea que atravesaba su mente.

A la noche, él volvió a tocar a su puerta pero cuando sus miradas se cruzaron, vio el miedo reflejado en las gotas color café de sus ojos.

-Debemos hablar.- Murmuró él bajando la vista.

-Lo sé.- Ella se abrió paso y lo dejó pasar. -Esto... Uhm, estuve pensando mucho en "nosotros".-

-Yo también, lamento no haber abierto cuando fuiste a casa... Estaba ebrio.- Lo miró sorprendida y se limitó a asentir.

-Seré breve, yo...-

-Yo no.- Ella frunció su entrecejo, parecía no entender. -Desde que te conocí sentí una gran atracción hacia tí...- Sonrió levemente. -Y no porque te parecieras a Lacey, es como si... Como si hubieras sido enviada a mí para sanar mi mente pero al hacerlo, te estoy enfermando a tí.-

-Eso no es cierto.- Dijo ella a la defensiva. -Sólo ocurrió una vez.- Exclamó intentando justificarse.

-No quiero correr el riesgo de que ocurra de nuevo, no soportaría hacerte daño... No de nuevo.- Aunque no lo pareciera, esas simples palabras iban más allá de ella, iban dirigidas a Lacey inconscientemente.

-¿Qué intentas decirme?- Preguntó con la voz quebrada.

-Que si no me alejo de tí, a la larga, terminarás igual o peor que yo.-

Quería llorar, patalear y seguir llorando hasta quedarse sin lágrimas, pero no lo hizo. Ni una gota salió de sus ojos, ni siquiera un suspiro de angustia... Nada. Porque más allá de todo lo que lo quería, lo entendía y porque, a la larga, la locura la consumiría de la misma manera que a él.

-Qué ironía.- Susurró casi inaudiblemente.

-¿Qué?- Jessica negó con la cabeza.

-Que ha sido un placer vivir este corto, pero bien vivido, tiempo contigo.- Sonrió triste. Él se acercó y la abrazó fuerte.

-Te quiero, Jess... Mucho, por eso quiero lo mejor para tí.- La miró y dejó un pequeño beso de pico sobre sus labios.

-Yo también, Seward.- Susurró aún con los ojos cerrados. Lo acompañó hasta la puerta, se despidieron y, antes de cerrarla, dijo -Yo también tengo "mi Lacey" y me atormenta cada maldito día de mi vida.-

Unholy Confessions.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora