𝘃𝗶𝗶. 𝗍𝗁𝖾 𝗈𝗇𝗅𝗒 𝗉𝗋𝗈𝗆𝗂𝗌𝖾

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     Tan solo habían pasado unas horas desde la muerte de Lori Grimes

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     Tan solo habían pasado unas horas desde la muerte de Lori Grimes. Rick había desaparecido, se adentro en los pabellones y aún no ha salido, T-Dog y Carol tampoco habían sobrevivido a la horda. La bebe estaba bien, estaba en el pabellón donde dormían junto a Beth, Hershel y Carl.

El anciano había dicho que sin comida, la bebe no sobrevivirá y, negados rotundamente a eso, Maggie y Daryl salieron a buscar fórmula para la bebe. En el patio de la prisión, en una esquina, estaban Glenn y Ramé; el asiático cavando y la niña sentada en el largo pasto, mirando el gran edificio, aún tenía sangre seca en las manos y pequeños rastros de lágrimas secas en el rostro, se sentía cansada, débil.

—Oye, Ramé...

Se giró a mirar al asiático y relamió sus labios.

—¿Estás bien? —le pregunto con suavidad. —Te estoy hablando desde hace un rato, parecías hipnotizada...

—Si, Glenn. Solo... pensaba. —se levantó y se sacudió el pantalón para quitarse el pasto que se hubiera pegado, corrió su pelo hacia atrás y carraspeo. —Déjame ayudarte con eso.

—¿Qué pasó con Maggie, Ram? —la chica se detuvo al escuchar las palabras del chico. —Antes de irse, me dijo que no querías verla.

—Tiene razón. —hubo un silencio en el que Glenn esperaba que dijera algo más, una explicación, ella suspiro. —Me dejo, Glenn. —jugó con sus dedos mientras miraba el piso. —Me... me dejó sola cuando yo le pedí que no lo hiciera. Y todo para volver a los veinte minutos, ¡sola! ¡sin mi papá! ¡a quien había salido a buscar!.

—Ram... —el chico dejó la pala en el pasto y se sacudió las manos, tomó un pequeño impulso para salir del hueco.

La pierna de Ramé empezó a repiquetear contra el pasto haciendo un leve sonidito, se sorbo la nariz, miró hacia arriba y pestañeó varias veces para tratar que las lágrimas no cayeran al recordar lo que había pasado hace horas.

—Yo... yo no estaba lista. No para hacer eso.

—Creo... creo que nunca nadie está listo para esas cosas, Rams. —la niña parada delante de él asintió volviendo a sorberse la nariz. —Ven. —la chica frunció el ceño antes de que el asiático abriera levemente los brazos.

Ramé, sabiendo que podía confiar en Glenn, se dejó llorar frente a él mientras recibía el abrazo con ganas, dejando salir el llanto que aún quedaba dentro de ella.

—Está bien llorar. Más en estos momentos. No puedes guardarte todo para ti sola. —dijo con un tono acogedor, acariciando levemente la espalda de la chica. —Porque te volverías loca, créeme. —la niña rio levemente. —Y también deberías hablar con Maggie, arreglar las cosas. No es por ser pesimista, pero, estamos en el fin del mundo y te arrepentirás si algo le pasa y lo último que le dijiste fue... bueno, tu sabes.

𝗿𝗮𝗺𝗲́, 𝖼𝖺𝗋𝗅 𝗀𝗋𝗂𝗆𝖾𝗌.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora