𝘃𝗶𝗶𝗶. 𝗎𝗇𝖿𝗈𝗋𝗍𝗎𝗇𝖺𝗍𝖾 𝗆𝗂𝗋𝖺𝖼𝗅𝖾

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     —Vamos

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     Vamos. —Daryl llamó a los más pequeños para que siguieran avanzando.

Ellos tres y Oscar estaban recorriendo los niveles inferiores como habían hablado unas horas antes. La chica cargaba con su arco a la vez que miraba el piso para evitar tropezarse con algunos muertos que había allí. Oscar tomó otro camino y solo quedó Dixon con los niños, los tres en silencio.

—A mi mama... le gustaba el vino. —dijo mientras caminaba y apuntaba con una linterna unos rincones del pasillo. — Le gustaba fumar en la cama. Virgina Slims. —revisó una puerta después de mirar a Greene y a Grimes.

—¿Qué es eso? — preguntó Ramé en un murmuro.

—Cigarrillos. —hizo una pausa y siguió. —Yo jugaba con unos chicos del barrio. Podía hacerlo cuando no estaba Merle. —pateo una caja vacía. Ramé recordó la mención de Merle hace un tiempo. —Ellos tenían bicicletas y yo no. Un día, oímos la sirena más fuerte. Subieron a sus bicicletas y yo los seguí... corrí tras ellos pero no los alcance. Di vuelta la esquina y vi como los chicos me miraban. Todo el mundo me miraba. Había bomberos, gente del barrio, ahí en mi casa. Mi mamá estaba en su cama... hecha cenizas.

Carl y Ramé vieron al hombre con un poco de pena, tristeza. El les devolvió la mirada unos pocos segundos y siguió.

—Ya no estaba. No quedaba nada de ella. Algunos dijeron que era mejor así. No se, no parecía real, ¿saben?.

Ramé sintió una punzada en el pecho al imaginar lo que vivió Daryl ese dia.

—Mate a mi mamá. —los tres se detuvieron ante el comentario de Carl y ellos lo miraron. —Estaba inconsciente. No se había convertido aún. La mate. —él los miró a ambos. —Fue real. —hubo una pequeña pausa y los dos hombres bajaron la mirada. —Lamento lo de tu mamá.

—Y yo lo de la tuya.

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Ya había pasado otro día, hoy Maggie y Glenn pensaban salir en la tarde a buscar cosas para la bebe. En las afueras del patio, la pareja estaba acomodando todo en una camioneta roja.

—Tenemos todo. —afirmó Glenn.

Maggie no le prestaba atención, tenía la mirada perdida.

—Maggie.

—Solo quería ver si Ramé está bien antes de irnos.

—Ella estará bien. Seguro está por ahí, ya sabes, haciendo cosas... —el comentario no pareció distraer a la Greene mayor. Glenn le agarró la mano derecha y le dio un leve apretón. —Ya podrás hablar con ella. —Maggie le dio una pequeña sonrisa y ambos subieron al auto.

Alex abrió la reja y Glenn puso en marcha el vehículo, saliendo de la prisión.

Del otro lado de esta, Carl se acercó para preguntarle algo a Beth.

𝗿𝗮𝗺𝗲́, 𝖼𝖺𝗋𝗅 𝗀𝗋𝗂𝗆𝖾𝗌.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora