𝘅𝗶𝗶𝗶. 𝗄𝗂𝗅𝗅𝗂𝗇𝗀 𝗄𝖾𝗉𝗍 𝗎𝗌 𝖺𝗅𝗂𝗏𝖾 𝗎𝗇𝗍𝗂𝗅 𝗇𝗈𝗐

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     Habían pasado dos días desde que Rick había mandado a la mierda al grupo de Tyreese, ahora, el hombre se había alejado un poco del grupo y Glenn se hacía cargo de la mayoría de las cosas

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Habían pasado dos días desde que Rick había mandado a la mierda al grupo de Tyreese, ahora, el hombre se había alejado un poco del grupo y Glenn se hacía cargo de la mayoría de las cosas.

Ahora, el resto del grupo, estaba en la pequeña cafetería, algunos sentados en mesas, Michonne y Ramé paradas contra la pared y Carl y Glenn en el piso.

—¿Encontraste el grupo de Tyreese aquí?. —habló el asiatico, señalando el interior de un cuadrado blanco que había hecho con tiza minutos antes, tratando de imitar un mapa de la prisión.

—Si. —contestó el menor arrodillado delante de él.

—Habíamos asegurado esto. —seguro Rhee.

—Creo que pudieron haber entrado por aquí. —Carl trazó un camino por el mapa improvisado. Ramé se acercó a ver mejor y se acuclilló al lado de Glenn.

—Entonces hay otra brecha que no vimos. —agregó la niña.

Glenn suspira. —Bien. Todo el frente de la prisión puede no estar seguro. Si los caminantes entran, los mataremos fácilmente. —informó mirando al resto, que estaban atentos a lo que ellos hacían.

—¿Por qué estamos tan seguros de que vaya a atacar?. —hablo Beth. —Quizás lo asustaron.

—Tenía peceras con cabezas humanas. —todos miraron a Michonne, que hablaba por primera vez en el día. —Caminantes y humanos. Trofeos. Él vendrá.— aseguró.

Ramé se paró y se frotó los ojos cansada, no había dormido muy bien, luego puso sus manos en su cintura e intercaló su mirada con todos los presentes.

—Debemos hacer algo. Nos matara cuando tenga la oportunidad. —Maggie puso una mano en su hombro y ella se tenso, aun no habían cruzado muchas palabras desde ese día.

—¿Qué crees que estoy tratando de hacer, Ramé?. —le hablo Glenn con sarcasmo, últimamente estaba demasiado irritable.

—Calmate, Glencito. Que hayas dormido mal no es mi culpa. —contraataco un poco ofendida por como le había hablado. Nadie dijo nada.

El asiatico volvió a suspirar, frustrado. —Ataquemos, ahora.

—¿Qué? —preguntó Maggie, incrédula.

—No lo esperara. Entraremos a escondidas y lo mataremos. —se explicó.

—No somos asesinos. —interrumpió Michonne.

Glenn se levantó y caminó hacia ella. —Tú sabes dónde está su casa. Tu y yo terminaremos esto. —la mujer miró para otro lado antes de volver a mirarlo y Hershel dio unos pasos hacia Glenn. —Lo haré yo mismo...

El asiatico y la morena hicieron un duelo de miradas por unos segundos hasta que la mujer asintió. Muy difícil de convencer no era.

—De acuerdo.

𝗿𝗮𝗺𝗲́, 𝖼𝖺𝗋𝗅 𝗀𝗋𝗂𝗆𝖾𝗌.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora