Capítulo 21

1.1K 68 78
                                    

Franco llevaba unos minutos despierto, pudo deducir que apenas estaba amaneciendo, ya que  la habitación comenzaba a estar iluminada por la claridad de la ventana, tal vez debía levantarse e irse, a esa hora no sería visto por nadie pero realmente no quería hacerlo, no tenía intenciones de mover ninguna parte de su cuerpo.
Se removió un poco pero sin tropezar a Sara, ella seguía dormida aferrada a su brazo, asi que solo la apretó a más a él hundiendo su rostro en su cabello, el calor y la forma tan agradable en que sus cuerpos estaban juntos, era todo en ese momento.

Nunca había pasado tanto tiempo en esa habitación, pocas veces había estado cuando trabajo en la Hacienda pero jamás había pasado la noche y siendo novio de Sarita mucho menos, todo por qué su flamante suegra, lo patearia con solo verlo poner un pie.

Recordaba que la cama de Jimena estaba al lado contrario a la de Sarita pero había sido reemplazada por una cuna y gran mayoría del espacio indicaba que esa área pertenecia a Andrés.

Franco podía vigilarlo desde donde estaba, tenía una vista clara de su hijo dormido y aunque anoche estuvo tan concentrado solo en Sara, se había levantado un par de veces ayudando a dormirlo nuevamente y en la última descubrío algo junto a la cuna, que claramente estaba dispuesto a llevarse, un retrato de Sarita y Andrés unos meses más pequeño.

Esa foto quedaría perfecta en su oficina, ya hasta podía visualizar justo frente a su silla.

Un pequeño rayo de sol daba justo en el rostro de Sarita y Franco supo cuando comenzó a moverse que despertaría pronto y al poco tiempo ya tenía sus ojos marrones sobre él.

- Buenos días- Ella no le dió una respuesta solo recostó su cabeza sobre su pecho.

- No quiero levantarme.

-  Yo tampoco quiero, tengo que admitir que me dejaste bastante cansado- Franco comenzó a jugar con su mano sobre la de ella.

- Mira quién habla- Ella podía escuchar los latidos de su pecho- Casi no dormí por tu culpa Franco.

- No escuché ninguna queja de tu parte.

El no había mentido cuando pretendía aprovechar la noche entera.

- Le recuerdo Doña Sara Elizondo, que usted se aprovecho de mi buen corazón e hizo lo que quiso conmigo.

Sarita pellizco su pecho ganándose que Franco la tomara habilmente de la cintura para dejarla con la espalda pegada a la cama.

- Debo hacerla pagar por tal atrevimiento- Fue lo último que dijo antes de comenzar a repartir besos por todo cuello.

- Aún estoy sorprendida de haber dejado que te quedaras- Acariciaba su cabello- Me desconozco, eres una mala influencia para mí- Franco comenzó a reír.

- Cada noche que pasó contigo queda muy claro quien corrompe al otro- Sus rostros quedaron uno frente al otro- Siempre me dejas con ganas de más.

- No te acostumbres a colarte por mi ventana.

- Valió la pena el riesgo.

Esas palabras estuvieron acompañadas de un dulce beso, sus labios se tomaron el tiempo de probar al otro con la mayor dedicación.

- Una cosa quiero que quede clara- Franco junto sus narices- Cuando estemos casados y tengamos nuestro lugar todas las noches serán como está- Beso la comisura de sus labios- Y las mañanas van a ser mucho mejores- Franco hablaba dejándola sin respuesta- Solo imagina, mi amor.

El volvió a besarla y aunque quiso responderle con la misma intensidad, su mente se apoderó de todo su cuerpo.

Casarse con Franco iba a ser todo lo que quería, comenzar una vida en la que estarían todos los días juntos, dormirían y despertarian juntos, estarían con Andrés disfrutando de cada etapa de su vida hasta podían darle un hermano o hermana.

Siempre seras tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora