Capitulo 31

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Había pasado un buen rato desde que estaban en la misma posición, su brazo la rodeaba mientras su espalda estaba recostada de su pecho, eso le permitía escuchar los latidos de su corazón y era bastante relajante.

No tenía ganas de que acabará.

Quería a Franco para ella sola todo el tiempo posible, solo estaba dispuesta a compartirlo con el pequeño que jugaba frente al sofá y cada ciertos minutos les enseñaba una que otra pieza de sus aviones.

Era muy curioso que estar en un lugar que realmente no era su hogar, se sintiera como si lo fuera. Estaba aún conmocionada por el giro tan drástico que había dado su día, aún sentía su corazón hacerse pequeño al pensar en su abuelo y en su madre, había cuidado de ellos todo el tiempo acostumbrando a volverlo una responsabilidad, debía seguir haciéndolo pero era como si algo se hubiera quedado en aquella casa, sacando de su espalda un pequeño peso.

Por un segundo pensó que serían de sus días hoy  en adelante, tenía una rutina diaria y aunque no siempre la seguía al pie de la letra, lograba cumplirla.

Desde compartir el desayuno con su familia, supervisar las actividades de la Hacienda, encontrar tiempo para su hijo y para ella misma, agregando los inesperadamente esperados percances con Fernando.

De todo aquello, lo único que no extrañaría era ese imbécil, no tendría que escuchar su voz todos los días o ver su rostro cada momento, muchas veces trataba de evitar cruzarse o solo ignorarlo pero él insistía en hacer que su presencia fuera muy obvia. 

No tenerlo cerca se sentía muy bien, no llevaba ni un día y ya agradecía aquello.

Quería que su realidad fuera esa y estaba dispuesta a mantenerla, no estaba segura como pero no podía permitir que Fernando le robara esto una vez más.

- ¿ Que sucede dentro de esa cabeza? - Franco la estrujó más hacia él- ¿ Que piensas ?

Estar en ese instante junto con el y  saber que al día siguiente sería igual y los demás también era resultado del destino y ahora era más que evidente.

Muchas veces Franco había asegurado que moría de ganas por tenerla cerca cada momento y aunque amaba la idea, a veces insistía en que debían esperar asegurando que  solo se necesitaba el tiempo correcto para lograrlo.

Y no iba a arruinarlo.

- En mi mamá, el abuelo, la Hacienda- Jugaba con su mano y la de Franco- Como será todo ahora sin mi con ellos.

Franco pudo imaginar que era eso, lo que la mantenía tan callada.

- Digamos que Don Martin estará bien, ese señor no se dejará doblegar por nadie- Estaba más que claro que su voluntad podía bastante- Doña Gabriela mantendrá su vida como lo ha hecho hasta ahora, junto a su esposo.

Y estaba segura que sería de esa forma pero comenzaba a dudar de la posición de su madre últimamente, no estaba muy claro y más cuando intuía sobre lo sucedido bajo sus narices.

- El camino acaba de quedar libre para Fernando- No pudo evitar que lo último saliera de su boca con desagrado- Sin mi puede controlar todo como le plazca.

Franco se movió un poco para poder quedar frente a frente, Sarita siempre había sido la más apegada a defender lo que pertenecia a sus hermanas y su familia en general.

Lo sabía de sobra, la primera guerra que había perdido contra ella estaba protagonizada por un cercado y unos cuantos metros de tierra. Para las que vinieron luego no tuvo oportunidad, se rindió ante Sarita como un fiel soldado dándole disposición sobre él a su gusto.

Y no era característico de ella rendirse y dar por perdido todo, no mentiría en decir que le agradaba que se mantuviera alejada de la Hacienda, era dueña de gran parte y entendía su disgusto pero no era una pelea que debía llevar sola, al parecer Norma y Jimena habían entendido algo sus Sarita no.

Siempre seras tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora