Melcocha

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Melcocha


Harry caminaba sigilosamente entre los árboles del bosque prohibido. Podía escuchar los latidos de su corazón martillándole en el pecho mientras un vaho escapaba por sus labios ante la agitación. El crujir de unas hojas a sus espaldas le hizo girar sobresaltado, podía sentir la oscuridad penetrando por sus pupilas como agujas, y por más que intentó encontrar el origen del ruido no lo consiguió.



Su instinto le indicó que no debía detenerse y retomó su camino intentando que nadie le escuchara. Pero a él, hasta el ulular de las lechuzas le hacía volverse a mirar atrás, temeroso de que en cualquier momento lo pudieran alcanzar.



"¿Porqué demonios no se me ocurrió traerme la capa invisible?" gruñó.



Se introdujo entre dos troncos de árboles caídos, ya llevaba caminando casi media hora y necesitaba un descanso, ese le pareció el mejor lugar para hacerlo sin riesgo a ser descubierto. Miró al cielo, estaba completamente cerrado, no se veía ninguna estrella y ni la luz de luna acudía a su auxilio para ayudarlo. No quiso encender su varita para no evidenciar su presencia a ojos indiscretos.



— ¡Que frío! —exclamó en voz baja mientras soplaba sus manos entumecidas, ayudado con el vapor de su aliento, pero eso no hizo más que empeorar el asunto, la humedad le congeló los dedos—. ¡Para colmo ni guantes!... ¿En qué demonios estaba pensando cuando me vine sólo con la capa del uniforme?



Sujetó con fuerza su varita cuando volvió a escuchar los pasos que lo seguían, eran demasiado sigilosos, le hubieran pasado desapercibidos sino fuera porque ya los presentía. Su corazón volvió a acelerarse, no podía permitir que lo descubriera o todo se arruinaría.



Abandonó su escondite lamentándose de no encontrar ninguna cueva donde refugiarse, aunque quizá eso tampoco ayudaría, encender fuego sería como gritar "Hey, aquí estoy, atrapado sin salida" ... y eso no pensaba hacerlo. Primero moría de frío que dejar que lo pillaran.



Había caminado unos pocos minutos cuando sintió una presencia que se aproximaba peligrosamente, comprendió que ya no era momento de esconderse, debía huir.



Harry corrió sin mirar atrás, con la única intención de alejarse lo más posible, veía a lo lejos la oscura silueta del castillo, estaba a tan pocos metros de encontrarse en una zona donde podía considerarse a salvo, algunas ramas rozaban su cara dificultando su avance pero no se detuvo ni un segundo, las hacía a un lado con ambos brazos mientras seguía corriendo, saltando algunas rocas o accidentes del camino. De pronto, cuando creía que ya al fin podría respirar tranquilo, una sombra se apareció frente a él.



Tuvo que detener abruptamente su carrera, la sombra era más alta y se le imponía impresionantemente, quiso retroceder y volver sobre sus pasos para seguir huyendo pero una férrea mano se apoderó de su brazo haciéndolo quedar de espaldas contra un árbol cercano. Enseguida se vio cercado por dos fuertes brazos que le impedían cualquier movimiento.



— Está muy lejos de donde debería estar, Potter. —dijo aquella sombra.



Harry no respondió, continuaba respirando muy agitado mientras sentía el aliento de su Profesor caer directamente sobre su rostro.



— ¿No va a decir nada?... ¿Sería tan descarado de negar que lo atrapé in fraganti?

— Yo... no estaba haciendo nada malo. —dijo finalmente.


— ¿Ah no?... Sabe que no puede andar fuera del castillo a esta hora.


— Aún no es el toque de queda... apenas serán las nueve.

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora