La despedida

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La despedida


Harry y Severus recogían atarantados sus pertenencias regadas alrededor de la cama. Y llevando consigo todo lo que podía, el Gryffindor corrió a esconderse en el baño, aunque era probable que ya fuera demasiado tarde, no podían evitar tener aún esperanzas. Severus se colocó una bata encima cuando vio que ya no quedaba ninguna prueba de la presencia de Harry... bueno, a menos que a Albus se le ocurriera revisar bajo su ropa y notar la erección que se rehusaba a abandonarlo.

— ¿Porqué no me abrías? —preguntó Dumbledore en cuanto su ex pupilo le dejó pasar.


— Estaba en cama... ¿qué se te ofrece?


— Ya veo. —respondió Dumbledore mirando el lecho revuelto—. No diría nada sino fuera porque las clases han comenzado desde hace cinco minutos y jamás llegas tarde... ¿acaso te sientes mal?


— No. —negó, ocultando su desconcierto ante la hora—. Discúlpame por mi torpeza, no me di cuenta de la hora... enseguida me arreglo y voy al aula.


— Bien. Y dime, Severus, ¿has sabido algo de lo planeado para este verano?


— No, todavía no... en cuanto tenga noticias iré a comunicártelo de inmediato.


— Severus... por favor, ten cuidado. —le pidió luego de una pausa silenciosa.


— Lo tendré.


— No vuelvas a llegar tarde a impartir tus clases sin una razón justificada... o de lo contrario, sabes que tendré que imponer medidas por mucho que deteste hacerlo. Y esas medidas, deberán ser de acuerdo a la situación, espero que entiendas lo que trato de decirte.


— No te preocupes, no volverá a suceder. —respondió inexpresivamente.

Dumbledore asintió y se marchó. Severus dejó salir el aire contenido, ahora se aseguró bien de hechizar la habitación para que nadie escuchara ni entrara sin su permiso... Como nunca, agradeció que sus Slytherin tuvieran clase de Herbología ese día, así que seguramente no habían pasado por el corredor frente a su habitación.



Harry salió del baño, pero se quedó en el quicio observando como Severus había quedado recargado sobre la puerta. Sonriendo travieso, dejó caer al suelo la ropa que llevaba con él, ese movimiento consiguió llamar la atención del Profesor, quien miró arrobado el cuerpo desnudo que se mostraba ante él, comprobando que Harry tampoco había podido menguar su deseo.



— ¿Te bañas conmigo?


— Harry, tengo que ir a clase.


— No puedes ir sin bañarte... ¿o sí?



Severus vio como el chico se dirigía a la regadera, la tentación era grande, pero respiró hondo para poder hacer lo que tenía que hacer.



— Lo siento, Harry. —se disculpó desde la puerta del baño—. Pero no puedo llegar más tarde a clase.


— Pero...



Harry cerró la regadera dejando a un lado el jabón. Severus le miraba embobado, pero aun así no dio un paso más.



— Espero que no te molestes conmigo por esto.


— No, claro que no... aunque quizá sea mejor que me vaya a la Torre. —propuso caminando a la puerta del baño.


— Harry, debemos tener cuidado. —le pidió sujetándole del hombro—. Fuimos unos imprudentes, no sé si alguien alcanzó a oírnos, pero por lo menos creo que Albus pudo hacerlo.

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora