Al calor de tu amor

El último regalo

El Último Regalo

Harry ya no sabía cuántas veces había releído la carta de Severus, pero esa mañana, como todas, la alisaba cuidadosamente luego de haber dormido estrujándola contra su pecho, después miró el calendario y tachó otro día más. Esa era su rutina diaria, y le esperanzaba ver que, aunque pareciera que no, el tiempo continuaba su curso.

Ya había pasado un mes, había llegado el día previo a su cumpleaños, aquello le ponía particularmente triste, había creído que lo pasaría con él. Mientras estuvieron juntos soñó infinidad de ocasiones con un cumpleaños diferente, no pedía ninguna otra cosa que no fuera estar con Severus, eso lo cambiaría todo, ya no estaría solo y por fin sentía que era amado plenamente por una persona... sin embargo, las cosas no resultaron como hubiera querido, nuevamente pasaría su cumpleaños en esa horrible casa, con sus horribles tíos, y con la horrible soledad de cada año.

Para ocupar su mente en otras cosas, pasó toda la mañana arreglando el jardín, pero ni eso sacó a Severus de su cabeza, no cesaba de preguntarse dónde estaría, cómo estaría, qué pasaría con él, qué haría en esos momentos mientras él podaba los setos. La voz de su tía Petunia lo sacó de sus pensamientos por unos momentos y tuvo que ir a ayudarla a preparar la comida, y mientras cortaba algunos rábanos, recordó sus planes a futuro con Severus.

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Flash Back

— ¡Delicioso! —exclamó probando el trozo que Severus le ofreció directamente en la boca—. Cada día me sorprendes más, yo no sé cocinar nada. Ayudaba a mi tía, pero no recuerdo ninguna receta completa, mucho menos la preparación.

— No sé porqué no me sorprende. —comenta sonriendo sarcástico.

— Espero que ese no sea motivo para que me abandones. —replicó igual de sonriente.

— Mientras yo sepa cocinar no nos moriremos de hambre, así que no te preocupes de que te abandone por tu ineficacia en el arte culinario, si no lo hago por pociones, por eso menos.

— Es un alivio escucharlo.

— Entonces es un trato. —concluyó Severus—. Cuando vivamos juntos, yo cocinaré y tú lavarás los platos.

— ¡Hey, yo nunca dije nada de lavar platos

Fin Flash Back

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Un llamado de atención de su tía lo había despertado de sus ensoñaciones, pero la sonrisa melancólica de Harry no se borró, siguió realizando su labor dejando escapar de vez en cuando algún suspiro enamorado que hacía que Petunia le mirara como si fuera un bicho raro que ya había enloquecido por completo.

Esa noche, volvió a sacar su preciada carta y aprovechando que todos se habían dormido, se recostó sobre su estómago, ya no le era tan imprescindible leerla, la sabía de memoria, pero recorría con sus dedos cada línea, acariciando la escritura como si de esa forma pudiera acariciar también a Severus.

Unos golpes en la ventana le hicieron mirar hacia allá, sonrió al descubrir tres lechuzas, dos de ellas muy conocidas, Pig y Errol, y la tercera apenas sí pudo reconocerla como una de las que formaban parte de la lechucería del colegio. Se acercó a abrirles la ventana para dejarlas pasar. Cuidadosamente les quitó los tres paquetes que llevaban para enseguida servirles algo de agua y comida, sobre todo al pobre Errol que casi desfallecía en el intento de cumplir con su misión.