Angustia y pasión

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Angustia y Pasión


Harry acarició el rostro de Severus sonriéndole agradecido por su apoyo frente a los demás Profesores de Hogwarts. Había creído que le obligaría a tomar las clases con ellos y no se sentía preparado para dar ese paso, así que la idea de tener sólo evaluaciones semanales se antojaba más tolerable.



— ¿Te he dicho hoy que te amo? —preguntó en un suspiro que murió en la atenta oreja de Severus.


— Déjame pensar... no, creo que hoy no lo has dicho. Más bien me parece recordar que dijiste que era un idiota.


— No lo eres. —aseguró acariciando el suave lóbulo con sus labios, Severus cerró los ojos disfrutando de la caricia—. Eres sensacional, Sev, lo mejor que me ha pasado en la vida.



Severus no pudo responder nada, Harry recorría toda la oreja con la punta de su lengua intercambiando con suaves apretones con sus labios y gimiendo intencionalmente muy cerca, de tal forma que su cálido aliento caía de lleno sobre el oído alterando todos los sentidos del Pocionista.



— Harry... amor, detente, por favor.



El chico obedeció de inmediato, y sin emitir ni una sola protesta, acomodó su cabeza en el hombro de Severus pasando su brazo sobre su pecho. Comprendía que era demasiado pronto, su pareja estaba muy débil para realizar cualquier actividad, y aunque se moría de ganas por hacer el amor con él, no iba a presionarlo. Severus agradeció en silencio su comprensión y se dispuso a dormir, esperando que muy pronto pudiera recuperarse... él también moría por volver a sentirse muy hondo dentro de Harry.


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En ese momento, Albert no sabía qué decir luego de escuchar la confesión de Draco. Él ya había notado actitudes extrañas entre el Profesor de Defensa y su nuevo amigo, pero no quiso hacer ninguna conjetura que resultara falsa. Ahora se enteraba que Draco estaba enamorado y probablemente, por lo que escuchaba, era más correspondido de lo que el rubio creía.



— Supongo que el Profesor Lupin debe de creer que está mal enamorarse de un alumno, Draco, y por eso te rechaza.


— ¿No has escuchado bien?... él quiere a Potter, me lo dijo, y muy claramente. Además, es obvio que le importa mucho, siempre está defendiéndole.


— Pero también te defiende a ti, Draco. Me has contado que lo ha hecho.


— Por eso Remus me confunde, porque me defiende, a veces me besa, e incluso siento que se preocupa por mí... pero no dura mucho, siempre cambia y vuelve a ser frío, incluso agresivo conmigo, y sigue anteponiendo a Potter por sobre todo.


— Bueno, eso es comprensible, es el hijo de uno de sus mejores amigos de la escuela.


Draco suspiró cansado, no quería ponerse a pensar demasiado en Remus, le dolía y eso no le gustaba. Hasta que lo conoció supo lo que era amar, lo cual le llevó a experimentar demasiados sentimientos confusos y dolorosos, y él no era así, era de naturaleza diferente y Remus le había cambiado.



— Le confesé lo que pasó entre nosotros y no le importó. —confesó ante el espanto de Albert, que de pronto sintió que debía de andarse con cuidado por los pasillos.


— Draco, yo... creo que no debiste hacerlo.


— No le importó, ya te lo dije, así que no te preocupes. —aseguró deprimido.


— Yo creo que sí, la mirada que me envió cuando nos descubrió en el corredor demostró que estaba celoso... ¡y mucho!


— Me encantaría que eso fuera cierto, pero no lo es. —le dijo fijando su mirada en la negrura de la noche por la ventana—. Ya me he dado por vencido, Albert, y Remus quedó por completo en el pasado... Jamás me va a querer como yo lo quiero.


Albert podía entender perfectamente ese sentimiento. También miró hacia la oscuridad suspirando al recordar unos ojos verdes que jamás le mirarían con amor. Enternecido por su empatía con Draco, le abrazó cariñoso intentando hacerle sentir mejor, tal y como le hubiera gustado que algún amigo hubiera hecho con él alguna vez.

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora