Escombros de un paraíso

213 31 6
                                    


Escombros de un paraíso



Harry se colocó en un extremo de la habitación para mirarla a detalle. Parecía que todo estaba listo para recibir a Severus. La consola que tanto le gustaba se encontraba preparada con su disco de vals favorito. La mesa acomodada bien junto a la chimenea, Dobby le había ayudado con eso, pues la cena estaba perfecta, manteniéndose caliente mediante un hechizo. Dirigió su mirada a la cama, seguramente esa noche pasarían las horas ahí, abrazados, ansiaba hacer el amor con Severus pero no olvidaba que él venía de un largo viaje y seguramente necesitaría descansar, no importaba, ya tendrían tiempo para todo.

Pero pensando en el cansancio de su pareja corrió al baño para asegurarse que las sales aromáticas y las velas estuvieran en su lugar, planeaba darle un buen baño de tina que seguramente le encantaría.


Al regresar a la recámara, se sobresaltó con el ruidoso crack de la aparición de Dobby, quien llevaba consigo un cargamento de toallas nuevas e incienso de maderas.


— ¿Hay algo más en lo que pueda servirle, Harry Potter, señor? —preguntó ansioso de ser útil.


— Gracias, Dobby, pero creo que eso es todo. —dijo tomando las toallas para llevarlas al baño—. ¿No has escuchado que llegue?


— No, no ha habido ningún arribo a Hogwarts, Señor, Harry, señor.


— ¿Qué hora es? —preguntó sentándose sobre la cama.


— Cerca de las diez.


— No debe tardar. —aseguró sonriendo feliz.


— ¿Harry Potter ama mucho al Profesor Snape, verdad?


— ¡Más que mucho, Dobby!


— Dobby no recuerda haber visto al señor Harry Potter tan feliz como cuando está con el Profesor.


— Y no te equivocas, amigo, a su lado soy el hombre más feliz del mundo.


— ¡Alguien acaba de llegar al castillo! —alertó de repente.


— ¡Debe ser él!... Dobby, puedes retirarte y muchas gracias por tu ayuda.


— No es el Profesor Snape. —dijo borrando su torva sonrisa.


— ¿Entonces quién?


— No sé... van hacia el despacho del Director.


— Entonces sí es Severus, seguramente quiere darle informes sobre su llegada. Iré para allá ahora mismo, no puedo esperar para verlo... regresa a las cocinas, Dobby.


Dobby había pensado en quedarse, pero ante esa orden directa no pudo desobedecer y contra todo su pesar, se marchó a las cocinas luego de ver a Harry salir corriendo de la recámara. Harry sentía su corazón retumbar como nunca, corría velozmente por los pasillos, subiendo las escaleras como si su vida dependiera de ello, y no se detuvo hasta que llegó a la gárgola que conducía a la oficina del Director. Con extrañeza notó que ésta se encontraba abierta y pasó acortando la distancia. La puerta del despacho también estaba abierta y se quedó en el umbral, asombrado de ver que ahí estaba Kingsley, Tonks, la profesora McGonagall, y el director.


Todos lucían apesadumbrados, incluso su profesora de Transformaciones lloraba discretamente mientras Tonks, la abrazaba consolándola en silencio. Dumbledore estaba de pie, pero sostenido por su escritorio tras de él y Kingsley ocupaba un asiento frente a él, tenía la vista fija en el suelo, apoyando su frente en las palmas de sus manos.

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora