Temor y celos

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Temor y celos


Las semanas pasaron mucho más rápido de lo que a Harry le hubiera gustado, pero aprovechaba el tiempo pasándolo siempre con Severus, se inventaba nuevos juegos, incluso aquellos en los que sabía que era posible perder, como de descifrar enigmas, crucigramas, ajedrez, incluso discusiones de libros, que ahora tenía que leer aunado a sus tareas diarias. Hacía cualquier cosa con tal de no desperdiciar ni un segundo de vida junto a su pareja. Severus disfrutaba mucho de esas tardes, y procuraba compensarlo siempre con alguna romántica cena o una apasionada noche de amor... él tampoco quería dejar de disfrutar de su compañía.



Sin embargo, conforme el fin de curso se aproximaba, Severus no olvidaba su promesa a Dumbledore. No había hablado con Draco y tenía que hacerlo antes de irse, de esa forma podría intentar ayudar si es que tenía algún problema relacionado con su ingreso a la fila de mortífagos.



Aunque su ahijado y él tenían una buena relación, no era demasiado íntima debido a la renuencia de Severus de involucrarse más de lo debido con las personas, y como Draco tampoco podía considerarse muy alegre, pues simplemente eran cordiales el uno con el otro. Sin embargo, Severus tampoco olvidaba el beso que Draco le diera a Harry, eso le hacía sentirse aún con menos deseos de entablar ninguna conversación con el chico... ¿cómo fingir que todo estaba bien cuando sentía que quería advertirle muy seriamente que no se atreviera a volver a tocar a su pareja?



Convencido de que ya no podía seguirle dando largas, al término de una de sus clases dobles, pidió al rubio que se quedara. Al escuchar eso, Harry frunció el ceño, había planeado quedarse hasta el final para conversar un poco, algo que obviamente ya no podía ser ante la presencia de Draco, a quien definitivamente cada día toleraba menos, en esa misma clase no dejaron de molestarse a espaldas del Profesor.



Severus le envío una mirada esperando comprensión, y aunque el chico asintió aparentemente de conformidad, no estaba muy contento con la idea de marcharse y dejar que Draco disfrutara de la compañía de Severus.



— ¿En qué puedo ayudarte, Severus? —preguntó Draco con solemnidad.


— Tan sólo quiero hablar contigo... Me parece que últimamente has estado distraído. ¿Hay acaso algo que te está preocupando?


— ¿Porqué lo dices? —preguntó realmente inquieto—. ¿Estás tratando de decirme que mis notas han bajado?... Yo he estado estudiando como siempre, pero si he fallado en algo sólo tienes que decírmelo y me aplico enseguida y...


— Draco, deja de hablar. —pidió pacientemente—. No es por tus notas, éstas siguen siendo perfectas.


— ¿Entonces?


— Tú dime... ¿qué te pasa?


— Es que no te entiendo, Severus.


— Has peleado más que de costumbre con Potter... ¿hay algún problema en especial?



Draco no pudo evitar un mohín de disgusto ante la sola mención del Gryffindor, fue a sentarse en su lugar sin dignarse a responder. Severus abandonó entonces su escritorio y colocando un pupitre frente al de su ahijado, se sentó dispuesto a esperar lo necesario para obtener una respuesta.



— ¿Qué te pasa con Potter?


— ¿No es obvio? —dijo al cabo de unos segundos en los que pareció debatirse consigo mismo para hablar—. ¡Es un maldito engreído que se siente el rey del universo!

— Siempre has pensado eso... ¿porqué en las últimas semanas apenas sí lo dejas tranquilo?

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora