Corazón

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Corazón


— Severus... —gimió Harry en medio de un posesivo beso que apenas sí le dejaba respirar—... yo también quiero.

Severus se resistía a soltarlo, ansiaba terminar de prepararlo para hundirse en él, pero un nuevo quejido de protesta del joven bajo él lo desarmó, y sonriéndole, se dejó caer a un lado para quedar de espaldas sobre el tapete. Harry no ocultó su entusiasmo y trepándose sobre él, ahora era el Gryffindor quien lo sometía a sus besos y caricias.



No es que Severus no disfrutara de ese tratamiento, estar bajo las atenciones de Harry era excitante, pero le costaba quedarse quieto cuando casi ansiaba comérselo. El chico lo sabía, por eso cuidaba perfectamente de hacerlo gozar lo suficiente para que se olvidara de que no era sólo su deber proporcionar placer.

Para el Profesor sentir la tierna lengua de Harry recorrerle desde el tórax hasta el nacimiento de vello bajo su ombligo era delirante. No dejaba de mirarle cuando el chico recorría a suaves y pacientes besitos toda la longitud de su miembro mientras sus aún delicados dedos jugueteaban entre el periné y se deslizaban acariciando la entrada que hasta ese momento era sólo un sueño a futuro.



— Por Merlín... Harry, no hagas eso. —suplicó débilmente al sentirse acariciado en esa zona que sólo a ese jovencito le había permitido palpar.


— Sólo un poquito más... ¿sí?



Severus asintió ya sin fuerzas para negarse, abrió las piernas todo lo que pudo y Harry bajó aún más su cabeza. Aun así era algo difícil lo que pretendía, por lo que colocó un cojín bajo las caderas del profesor, quien no protestó ya. De su garganta comenzaron a salir fuertes exhalaciones de placer al sentir cómo era humedecido. La lengua de Harry le recorría por fuera como muchas veces había sentido que Severus hacía con él. Era la primera vez que llegaba tan lejos, podía entender por qué su pareja se demoraba varios minutos en esa labor... amaba estar ahí, y cuando se atrevió a hundir un poco la lengua, rápidamente tuvo que alejarse al sentir el sobresalto causado.



— Perdón... —se disculpó apenado—... ¿te hice daño?

— No, me ha gustado, pero... mejor no, por favor.



Harry asintió comprendiendo que a Severus no le sentara muy cómodo aquella situación, en ningún momento se sintió ofendido o despreciado, entendía perfectamente que era sólo cuestión de gustos y jamás le obligaría a aceptarlo sólo por complacerlo. Además, había otros placeres que ambos disfrutaban por igual, así que, olvidándose del trasero de Severus, regresó a deleitarse con el sabor de su hombría.



El rostro del ojinegro se relajó visiblemente al sentir como era saboreado sin reserva. Su miembro se vio presa de una serie de lamidas y succiones que borraban todo de su cerebro. Harry se animaba a seguir al escucharlo casi gritar de dolor ante el esfuerzo que hacía por contenerse y no eyacular todavía. Y aunque fueron minutos que pudieron llenarlo de orgullo, cuando Harry lo envolvió por completo y llenó sus manos con los testículos del mayor, Severus no pudo más, y arqueando su espalda notoriamente, se dejó llevar por un fuerte orgasmo llenando la boca de Harry de su sustancia.



Mientras recuperaba su respiración normal, algo difícil de conseguir teniendo a Harry imitándole en su limpieza, Severus se sentía plenamente dichoso de que alguien como Harry le quisiera tanto. Al cabo de unos minutos, el ojiverde regresó a besarlo.



— Si quieres, ya puedes llevarme a la cama. —sugirió Harry seductoramente cuando sintió que el hombre se recuperaba.

Esas palabras consiguieron que toda la fuerza regresara a Severus, sabiendo lo que significaba llevarlo a la cama, no lo pensó dos veces y sujetando su varita, sostuvo al chico en sus brazos, conduciéndole hacia el cómodo lecho que aguardaba pacientemente. Harry no podía ser más feliz que sintiéndose en brazos de Severus, y no ocultó su ansiedad cuando fue depositado con suavidad sobre el mullido colchón.

Al calor de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora