Capítulo 19

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—¡Hueles a mi Jisung!
—Chilló con frustración, todo por lo que tanto había trabajado estaba perdido. Todo por ese maldito omega. Antes de gritar, patear y culparse por su estupidez, pensó. Tenía al emperador en sus manos, no todo estaba tan perdido.
—Omega, estás conmigo en una isla que pertenece al reino. ¿Qué te hizo pensar que ganarías al hacer esto?

—Tal vez el hecho de que no sólo pertenece a tu reino, sino que también a mi imperio. O la dada casualidad de que tu padre desconoce todo lo que has estado haciendo a sus espaldas y no te atreverías a llevarlo al reino.

Mierda. Ese maldito omega tenía razón. ¿Acaso sabía él todo lo que estaba haciendo?
Fingió muy bien su papel, incluso fue capaz de engañar al general Hwang, entonces ¿Cómo?

—Has estado trabajando en la frontera desde hace unas semanas. ¿Cómo te enteraste que el futuro esposo de tu amado amigo pertenecía al reino vecino?
—Preguntó en tercera persona irritando al menor. Maldito demente.

—Por tus sucios pasos descuidados, trataste de raptarlo varias veces, ¿Pensaste que cada huida tuya era limpia?

El secretario Yang se encargó de investigar el emblema que estaba en el pedazo de tela estampada con una flecha en un árbol en un intento de escape. Pertenecía a la realeza del reino Kang. Luego de tener esa maravillosa pista iniciaron una meticulosa investigación, dando por fin con ese demente alfa.

Pero a pesar de conocer a la persona no podían actuar por simple gusto. Entonces fue cuando Felix se enteró del contrabando en la frontera. El rey era consciente de todo lo que se estaba llevando a cabo, pero desconocía las verdaderas razones de su hijo. Ese hombre dictador jamás permitiría que su preciado hijo corteje a un omega de clase media.

Felix organizó una fiesta donde asistieron cientos de personas, incluyendo a su objetivo. Allí pudo ver que tan capaz era. Sus constantes interacciones con el conde Jung le pusieron en alerta, dándole inicio a su plan.

Aunque no esperaba el enorme desequilibrio en el territorio fue la excusa perfecta para acercarse a él. Jamás esperó verlo como guardia en la mansión Jun, pero eso sólo era parte del plan de ese alfa para que Felix detuviera el comercio y la guerra diera inicio.

—La verdad es que me sorprendió ver a esos generales sin tropas en el Este, debí sospechar que traías algo en mente, pero considerando lo confiando que eres para incluso llevar a un desconocido a una reunión confidencial.

—Sólo te llevé allí para probar al conde. Moría por ver su rostro al verte entrar en mi compañía, no me decepcionó. La mejor parte fue cuando sus ojos se posaron en ti al hablarle del contrato.
—Carcajeó al recordarlo. Sus manos y pies estaban atados a una silla, la verdad es que no todo había salido como lo planeado.

Un fuerte puño se estampó contra su rostro, ese sabor amargo tocó sus papilas, sacudió un poco su cabeza para poder estabilizarse luego de aquel fuerte golpe. Estaba bastante claro, ese hombre no tolera burlas hacia su persona, aunque estas sean indirectamente.

—Admito que me sorprendiste. Fuiste capaz de ir más lejos de lo que pensé. Pero mírate ahora, sin esos generales, sin esa grandeza, sin la maldita barrera que protege tu mugroso palacio.
—Felix se preguntaba cuanta ira reprimida tendría ese hombre para escupir cada vez que hablaba, la fuerza en sus palabras golpeaba en su rostro por lo cerca que estaba. Entonces este le miró con una lujuriosa sonrisa en sus labios.

—Viendo el lado positivo, podré cogerte como a una maldita perra.
—Acarició suavemente esas hermosas mejillas carmín. No eran sus favoritas, pero podría disfrutarlas tanto como quisiera.

—¿Mencioné que sabía que vendrías a esta isla de porquería?
—Mordió sus labios por su vocabulario poco apropiado, pero estaba perdiendo la paciencia.

Ese hombre le miró extrañado. Empezó a retirarse parte de sus prendas, estaba pensando tomarlo tanto como pudiera, sin importar lo que este dijera.

—Mi secretario debe estar teniendo una rigurosa plática con tu padre. Me sorprendió bastante que él respondiera a mis cartas, también que aceptara ir a la frontera. ¿Pero sabes que es lo mejor?

Le miró empezando a esparcir esas demoníacas feromonas que poseía viendo como ese cuerpo empezaba afligirse. Sabía que en sus planes habría cambios, no todo sale a la perfección, existen muchas cosas que pasas por alto sin importar lo preparado que estés. El omega pensó en cada una de las posibilidades, y en una estrategia para cada una de ellas. Porque su vida se a basado en aprender, aprender y ganar.

—Lo mejor es que tengo al heredero de Kang en mis manos, tu padre no puede negarse a mis peticiones. Porque estamos rodeados, di la orden de que si uno de mis caballeros sangra por la espada de tus hombres esta isla desaparecía con los dos.

Ese alfa estruendoso carcajeó al escuchar esas palabras llenas de confianza. Le parecía tan divertido, ese omega pensaba que él era importante para su padre. Lo que desconoce es que al asesinarlo le hacía un favor.

—Sé lo que estás pensando y créeme siento mucha lástima. Pero eso no es lo que acorralará a tu padre, sino el decreto que dejé en manos de mi secretario. ¿Como era que decía?
—Ladeó su cabeza pensando en todas las palabras que había escrito. Ese alfa ya no reía como antes, por alguna razón lucía un poco asustado.
—¡Ya recordé!

"Si pierdo la vida en esta guerra, el gran general Hwang se encargará de brindar luz y protección al imperio de Lee obteniendo a cambio el derecho de regresar a la guerra y acabar con su enemigo"

Años antes de su nacimiento el gran general -padre de Hwang Hyunjin- luchó junto al emperador de ese entonces. Ganaron guerras, territorios y riquezas, brindándole una sublime paz a ese imperio que tanto amaban. El general era igual de temido que su majestad, antes el territorio Este pertenecía al reino Kang, pero ese hombre lo ganó en una batalla de una sola noche. Claro, hubieron consecuencias por todas las personas que murieron a causa de sus rivalidades. Su derecho como caballero de asistir a la guerra fue levantado posponiendo ese enfrentamiento que tanto deseó ganar, pero que no pudo. Mientras tanto el rey se encontraba agradecido con los cielos de que ese monstruo por fin estuviera en su jaula.

—No se negará a mis peticiones, créeme.

Entelequia-HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora